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Daniel Rodríguez Herrera

Censura y videojuegos

Hillary Clinton ha entrado en cólera. Seguramente porque haya concluido que la conducta libidinosa de su marido se debe a la publicación, hace un par de meses, de este videojuego

Hace poco se ha descubierto en la versión para PC del celebérrimo juego Grand Theft Auto: San Andreas lo que la jerga informática bautiza como huevos de pascua. Se trata de características ocultas de los programas, normalmente bastante tontas, que los programadores ocultan tras combinaciones inverosímiles de teclas, opciones de menú y movimientos de ratón. En un juego que permite atropellar peatones, quemar policías con un lanzallamas o asesinar a balazos a cualquier persona con la que te encuentres en tu camino, el escándalo ha surgido porque el huevo de pascua consiste en un módulo que permite al jugador irse al catre con otros personajes del juego; para mayor perversión, la escena transcurre con las ropas que se tenían antes del acto.
 
Como no podía ser menos, Hillary Clinton ha entrado en cólera. Seguramente porque haya concluido que la conducta libidinosa de su marido se debe a la publicación, hace un par de meses, de este videojuego. Está proponiendo que el Senado pida a la comisión de comercio que lo investigue, porque desea evitar que estas cosas lleguen a manos de los niños. El caso es que este juego ya está clasificado para adultos y, en principio, las tiendas no deberían venderlo a niños. Pero la mayoría lo hace. Es más, hace unas semanas se publicó un estudio que indicaba que los padres, aún siendo conscientes de las distintas clasificaciones por edades con que vienen marcados los juegos, o las ignoraban o las empleaban como una simple guía para tomar la decisión de comprar o no el juego a sus hijos. Así que es de temer que las intenciones de Clinton la lleven a querer prohibir los juegos que le parezcan moralmente perniciosos.
 
En Estados Unidos, las películas no tienen ningún tipo de regulación federal, al contrario que el alcohol, el tabaco o la pornografía. La razón es que la industria cinematográfica se ha autorregulado. Mientras que para comprar cerveza, cigarrillos o el Playboy es necesario, por ley, enseñar algún tipo de identificación que certifique tu edad, para comprar una película clasificada para mayores de 18 años no lo es. Pero la piden, de todos modos, porque los distribuidores se han preocupado de que la pidan. Es de temer que, si los vendedores de videojuegos no siguen a sus hermanos mayores del cine, sigan el mismo camino que los demás, y muchos de los juegos que más gustan hayan de pedirse directamente al vendedor, que los guardará como si fuese mercancía peligrosa debajo del mostrador. En el mejor de los casos. Y dado que solemos importar lo malo desde Estados Unidos, quizá no tardemos mucho en seguir el mismo camino.
 
GTA: San Andreasha vendido más de 30 millones de copias de su versión para consolas, no pocas de ellas debido a la escandalera que produce su extremada violencia entre losnuevos puritanos tipo Amnistía Internacional. Publicidad gratuita, al fin y al cabo. El juego es un simulador de ciudad. Al contrario que la mayoría, que obligan al jugador a seguir un curso marcado, te permite hacer lo que desees. Y si deseas hacer cosas extremadamente violentas o pornográficas, pues también puedes. Pensar que eso llevará a quienes jueguen con él a hacer lo mismo en la vida real es la misma clase de estupidez que lleva a pensar que saldremos del último éxito cinematográfico deseando coger una recortada para hacer justicia por el mundo.

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