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Daniel Rodríguez Herrera

Los serviles Reporteros sin Fronteras

Karsenty es, a todos los efectos, un ciberdisidente puro. Pero claro, es que el Estado francés es uno de los que paga las facturas. Y por ahí no pasamos.

Reporteros sin Fronteras se ha ganado una buena reputación entre los internautas gracias a sus campañas contra las restricciones a la libertad de expresión en la red, algunas de las cuales son dignas de crédito, como la de los países enemigos de internet, o su trabajo de denuncia de la dictadura cubana. Sin embargo, es una ONG que obtiene sus cuatro millones de euros anuales de presupuesto principalmente de las arcas del Estado francés y, sobre todo, de la Unión Europea, lo cual debería hacernos dudar de su imparcialidad. Y, efectivamente, empieza a haber razones de peso para desconfiar.

La primera de ellas es su índice de libertad de prensa. RSF no publica la metodología por la que obtiene su índice numérico ni las razones concretas por las que unos países están mejor situados que otros. Pues bien, resulta que los catorce países mejor situados son todos europeos; de los 35 primeros, 25 son europeos. Canadá, país donde Mark Steyn y la revista Maclean's se enfrentan a sanciones por "herir los sentimientos", está en el puesto número 18 mientras Estados Unidos, donde ser condenado por decir o escribir las mayores barbaridades es prácticamente imposible, obtiene un mediocre puesto 48. Incluso España, con sus CAC, sus juicios contra la libertad de expresión y sus amenazas terroristas contra periodistas, está mejor colocada que el gigante norteamericano.

No obstante, un caso reciente pone en tela de juicio los aciertos de esta organización en lo referente a internet. Se trata del caso Al Dura. Supongo que todos ustedes recuerdan las imágenes, emitidas primero por la televisión pública francesa France 2 y luego reproducidas una y otra vez por todo el mundo, del padre y el niño palestinos atrapados por el fuego cruzado entre israelíes y palestinos. La voz de Charles Enderlin, periodista de France 2, explicaba que ambos fueron "objetivo" de los israelíes (es decir, que fue algo deliberado). Las imágenes fueron ampliamente utilizadas por la propaganda propalestina, que calló cuando se empezó a denunciar que por las posiciones de los soldados israelíes y los terroristas palestinos, sólo podían habían muerto por disparos de estos últimos.

Pero hubo más. Las imágenes emitidas por France 2 y distribuidas al resto de televisiones eran sólo una fracción de 50 segundos de la media hora que se grabó de aquel incidente. Pese a las negativas de la cadena a facilitar la grabación completa, las imágenes de otros cámaras no hicieron sino incrementar las dudas sobre la autenticidad del incidente, como puede verse en los documentales de Pallywood. Los responsables de la televisión estatal francesa demandaron entonces al blogger Philippe Karsenty por haber difamado al periodista responsable de la información y a la misma cadena al afirmar que había sido un montaje. Los tribunales le dieron la razón a los liberticidas, pero Karsenty no se amilanó y recurrió el fallo. Ahora, una instancia superior, sin entrar en quién tiene razón sobre los hechos, ha dictaminado que hay indicios suficientes como para que Karsenty tenga todo el derecho del mundo a opinar que France 2 mintió sobre el caso Al Dura.

El caso es que los periodistas franceses han publicado un manifiesto de apoyo a Charles Enderin y France 2 en Le Nouvel Observateur. ¿Adivinan quién está entre los firmantes? Pues el fundador y secretario general de Reporteros sin Fronteras, Robert Ménard. Tenemos una cadena propiedad del Estado demandando a un blogger por haber expresado una opinión, un claro abuso de poder y una forma de intimidación contraria a la libertad de expresión que RSF dice defender. Karsenty es, a todos los efectos, un ciberdisidente puro. Pero claro, es que el Estado francés es uno de los que paga las facturas. Y por ahí no pasamos.

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