Una vez más, Fidel Castro ha conseguido impedir el acercamiento de Estados Unidos y convertir en enemigos a quienes le habían ofrecido una tabla salvavidas. La última ola de represión no sólo ha cortado los intentos de reducir el embargo, sino que ha hecho girar sobre sus talones a sus defensores más ardientes. En medio del debate por el Irak, que ocupa las pantallas y las primeras planas de los diarios y consume a los legisladores, la Cámara de Representantes encontró tiempo este martes para debatir durante 40 minutos una resolución condenando el acoso a los disidentes cubanos.
La resolución 179, propuesta por los congresistas de origen cubano, encontró inesperadamente un apoyo muy amplio en los dos partidos y nada menos que Carlos Rangel, un demócrata de Nueva York que siempre ha defendido a Fidel Castro y ha celebrado el sistema educativo y sanitario de la dictadura cubana, tuvo que decir que “nadie” puede aceptar la persecución de personas inocentes a todas luces de las ridículas acusaciones de conspirar contra el régimen cubano.
La situación actual pone fin a los esfuerzos del “grupo de trabajo de Cuba”, organización de 25 congresistas de cada partido, que intenta desde hace dos años levantar la prohibición al turismo en Cuba y fomentar las exportaciones alimenticias. El demócrata Delahunt, otro huésped agasajado por Castro en sus visitas a la isla, dio por terminados sus enfrentamientos con Bush y los congresistas cubano-americanos. Las condenas a los disidentes, dijo, son un retroceso diplomático e impiden la normalización de relaciones.
Después de 43 años, el viraje de estos legisladores es en sí una sorpresa: no es la primera vez que Castro da coces a quienes se le acercan. A Jimmy Carter, que abrió unas casi-relaciones diplomáticas, le envió millares de Marielitos. A Bill Clinton le disuadió de vetar la ley Helms-Burton derribando las avionetas de “Hermanos al Rescate” y, ahora, ha dado la razón a quienes decían que permitiendo el turismo y los contactos, abrían el camino a la transición en Cuba.
Son demasiadas veces para una coincidencia. El abrazo de la prosperidad y la libertad es, para Castro, demasiado peligroso para su régimen.
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