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Diana Molineaux

La resurrección del exilio

Hace medio año, la prensa norteamericana escribió el epitafio de la resistencia anticastrista en Estados Unidos, cuya agonía le pareció evidente cuando no pudo impedir el retorno a Cuba de Elián González, el niño balsero de seis años rescatado meses antes en los estrechos de la Florida, agarrándose a la vida en una balsa neumática.

No solo había perdido la batalla ante la administración Clinton que "rescató" a Elián enviando un comando con máscaras y armas a la modesta casa de la Pequeña Habana, sino también ante la opinión pública: además de solidarizarse con el padre del pequeño, compró la imagen de un exilio irracional y desbocado, que Castro les vendía.

El motivo, aseguraban las esquelas de diarios y televisiones, era la inevitable erosión del principal grupo del exilio, la Fundación Nacional Cubano Americana, otrora un peso pesado del escenario político. Sucumbía al inexorable paso del tiempo con una nueva generación de cubanos criados en Estados Unidos y más interesados en prosperar que en luchar contra una dictadura que, a diferencia de sus padres, no han sufrido en su propia carne. Desaparecido su fundador y presidente, Jorge Mas Canosa, muerto de cáncer tres años antes, la Fundación y el resto del exilio activista estaba en vías de extinción.

Esto era entonces. Hoy, el relevo en la Casa Blanca ha devuelto los bríos al exilio que parece más visible que nunca, hasta el punto de que la Fundación abrió una "embajada de Cuba libre" en el centro de Washington a cuya inauguración acudieron legisladores de ambos partidos, incluso el candidato demócrata a la vicepresidencia, Joe Lieberman. La presencia de cubanos jóvenes demostró que en la nueva generación hay tanto entusiasmo para acabar con Fidel Castro como en la anterior.

Jorge Mas Santos, hijo del fallecido Mas Canosa, propuso un programa ambicioso para conseguirlo: dejar el embargo en segundo plano para desarrollar una nueva política activa, a base de ayudar a las fuerzas democráticas dentro de la Isla, de ofrecer becas a los jóvenes cubanos para estudiar en Estados Unidos y seguir el ejemplo de las medidas que impulsaron la caída del comunismo en Polonia. También, una advertencia a Fidel Castro: seguirán buscando por todo el mundo un nuevo juez Garzón que aplique al "Máximo Líder" el mismo rasero que a Pinochet.

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