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Diana Molineaux

Tambores de guerra

El presidente Bush lleva meses asegurando que no ha tomado decisión alguna para atacar Irak. Hasta ahora, ha estado observando, sin inclinarse hacia uno u otro bando, el debate entre el “partido de la guerra” que quiere acabar militarmente con el régimen de Saddam Hussein y los que le aconsejan que siga una política de contención. Todo esto parece haber cambiado con las palabras del vicepresidente Dick Cheney, quien, por su elevada posición y sus buenas relaciones con el presidente, difícilmente pronunciaría un discurso tan orientado a una acción bélica sin estar de acuerdo con Bush.

Por mucho que la Casa Blanca siga diciendo que Bush no ordenará una invasión de Irak sin antes consultar al Congreso de Estados Unidos y a los aliados, el discurso de Cheney ante los veteranos de guerras extranjeras no puede entenderse más que como un redoble de los tambores de guerra. No solamente está convencido de que Hussein tiene armas de destrucción masiva y va camino de tener misiles nucleares, sino que rechazó los argumentos de quienes consideran imprescindible una alianza contra Irak y de quienes temen la reacción del mundo árabe.

Para Cheney, las alianzas quedan en segundo plano ante las necesidades de seguridad nacional y las poblaciones árabes cambiarán de la noche a la mañana en cuanto Irak esté “liberado”, según dijo textualmente. Hay quienes dicen que Estados Unidos no está preparado militarmente para una guerra contra Irak, pero Cheney, que fue secretario de Defensa con el padre del actual presidente, ha de tener una idea bastante clara de lo que el Pentágono puede conseguir en Irak y, además, por su proximidad a Bush, tiene acceso a la “inteligencia” en que el presidente dijo que basará su decisión.

Además de palabras, hechos. El Pentágono anunció, casi al mismo tiempo, que prolonga el servicio de los oficiales de reserva porque no puede prescindir de ellos y, aunque la prensa no lo ha vuelto a mencionar, pocos olvidan que las navieras internacionales están suministrando barcos para transportar material militar norteamericano al Golfo Pérsico y el Mar Rojo.

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