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Diana Molineaux

Todos celebran, nadie gana

Los números de las elecciones primarias de New Hampshire parecen indicar una victoria rotunda del senador de Massachussets, John Kerry, pero si nos fijamos en las celebraciones de los demás candidatos, podríamos creer que cada uno de ellos tiene el camino abierto hacia la Casa Blanca.
 
En realidad, ni van tan descaminados los unos, ni es tan victorioso Kerry: ganar en New Hampshire no habría de ser muy difícil para un senador de Massachussets, uno de los estados vecinos de Nueva Inglaterra, especialmente después de los buenos resultados de la semana anterior en Iowa, que le dieron impulso y confianza.
 
Algo semejante le ocurre al ex gobernador de Vermont, Howard Dean, quien tenía toda la razón en celebrar su “recuperación”, del tercer al segundo puesto, y del 18 al 26%. También, en su caso, luchaba con la ventaja que le daba el terreno propio, pues también Vermont está en Nueva Inglaterra, pero ha demostrado que puede controlar su temperamento y entrar en la disciplina de la campaña, aunque probablemente es demasiado tarde porque la radiografía de sus votantes indica que no convenció más que a los jóvenes, a los indignados contra el presidente Bush y a los que se preocupan, ante todo, por la guerra del Irak.
 
Mucha más razón en celebrar tienen el general retirado Wesley Clark y el senador de Carolina del Norte John Edwards, a pesar de haber quedado muy lejos, con la mitad de los votos de Dean o la tercera parte de los de Kerry, quien ahora de verdad se enfrenta a la prueba de fuego de llevar su estilo patricio y sus ideas liberales a los estados del sur y del centro del país.
 
La campaña ha adquirido ahora un carácter nacional, y Kerry sabe que uno de sus flancos lo atacará Clark, con su experiencia militar y en relaciones internacionales, mientras que, por el otro, le amenaza Edwards, con la atracción en los estados del sur, donde hay el mayor número de votos electorales. Para California, por ejemplo, será difícil decidir entre la sonrisa y optimismo de Edwards y la eficiencia y el liberalismo de Kerry.
 
 
A quien madruga...
 
En estas condiciones, el mejor argumento es precisamente que ha ganado hasta ahora y que lo ha hecho, en parte, porque la gente lo ve “presidencial”. Es una línea que podría utilizar contra Clark, pues el general sacrificó Iowa para volcar todos sus esfuerzos en New Hampshire, donde no logró pasar del 13% de los votos, comparado al 39 de Kerry.
 
Ahora, resulta evidente que fue un error, tanto de Clark como del senador de Connecticut Joe Lieberman, renunciar a Iowa y es algo tanto más difícil de comprender cuanto que Clark tiene el respaldo de personas tan experimentadas políticamente como el presidente Clinton y su equipo, mientras que Lieberman es un zorro viejo con varias candidaturas presidenciales en su cartera.
 
 
Los peligros de Bush
 
A medida que la campaña avanza y que las encuestas se multiplican, a Bush le va desapareciendo su aureola de invencibilidad y los demócratas van creyendo que la sangría del Irak, donde casi a diario muere más de un soldado norteamericano y la falta de armas de destrucción masiva le hacen muy vulnerable.
 
Algún sondeo les da la razón, pues el pasado fin de semana el semanario Newsweek proyectaba una victoria de Kerry ante Bush por el 49 al 46% si las elecciones fueran en aquel momento.
 
Por ahora, la mayoría de las encuestas siguen poniendo a Bush muy por delante de todos sus rivales, pero algunos rumores, de los muchos rumores generados en Washington, apuntan hacia cierta preocupación por los desaguisados del Irak, que llevaría a Bush a introducir cambios en su estrategia electoral.
 
El mayor sería, según esta teoría, pasar la factura por los problemas de Irak al principal promotor de la guerra, su vicepresidente Dick Cheney, a quien no llevaría de candidato en noviembre. La justifciación oficial sería que Cheney, enfermo del corazón desde hace décadas, tiene ahora problemas de salud, algo difícil de creer a la vista de la intensa actividad del vicepresidente y de su renovada atención por la prensa.
 
Pero, si verdaderamente Bush tiene estas intenciones, seguro que no le molestaría que la gente adivinara otros motivos.

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