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Domingo Amuchastegui y William Ratliff

Una transición a lo chino

A corto plazo, los líderes cubanos probablemente seguirán el ejemplo chino de mantener la imagen revolucionaria de su gran líder, mientras cambian el sistema económico.

Fidel Castro sobrevivió la cirugía intestinal y celebró tranquilamente sus 80 años, aunque el mensaje a los cubanos es que estén preparados para malas noticias. La celebración oficial del cumpleaños fue pospuesta hasta diciembre y, si Fidel está entonces mejor, tendremos una mejor idea de lo que va a pasar en Cuba. Si no se recupera, podemos esperar un nuevo apoyo por escrito a su hermano y heredero, Raúl, de 75 años, a la vez que el comienzo de las reformas que abajo describimos.

Fidel siempre estuvo pendiente de la historia. Pocos líderes de naciones tan pequeñas han jugado un papel mundial comparable. Su era terminó y el interrogante es si apoyará una transición pacífica o si obstruirá el cambio y empujará a Cuba hacia una guerra civil.

Suponemos que, después de burlarse del gobierno de Bush y de los cubanoamericanos en la calle 8 de Miami, Fidel apoyará en algo las reformas de su hermano y de la nueva generación que tendrán que hacer cambios al sistema sobre bases diferentes. Los futuros líderes tendrán que conseguir su propio contrato social con los habitantes de la isla y una diferente y propia legitimidad.

Los buenos deseos, planes y conspiraciones en Miami, la Casa Blanca y el Congreso en Washington no producirán una democracia inmediata en Cuba. Los grandes cambios, a corto y mediano plazo, probablemente ocurrirán en la economía, como ha sucedido en China y en Vietnam.

Fidel y Raúl trabajaron juntos durante medio siglo, pero Fidel siempre dijo la última palabra. Fidel es intelectualmente brillante, prolijo orador, idealista carismático con escaso dominio de las realidades económicas y maquiavélico solitario que temía las posiciones en contra de su poder absolutista, el cual mantuvo desde 1959 hasta hace pocos días.

En muchos aspectos, Raúl es todo lo opuesto. Aprendió a negociar y a compartir la autoridad con sus subordinados, escuchando sus puntos de vista. Como organizador sistemático y pragmático favorece desde hace años reformas administrativas y económicas. Ha comandado al sector militar por décadas, convirtiéndolo en el más eficiente organismo nacional. Es más familiar que Fidel y no le gustan los grandes y prolongados actos públicos.

Raúl y muchos otros en el gobierno y en las fuerzas armadas piensan que los nuevos líderes tienen que mejorar rápidamente el nivel de vida de la gente para así justificar seguir manteniendo las riendas del poder. Como admitió un alto funcionario cubano en 2004 a Le Monde Diplomatique, "todos queremos cambios, excepto Fidel".

¿Qué cambios? Por muchos años, Raúl y otros líderes civiles y militares están impresionados por la manera en que las reformas chinas mejoran la vida de cientos de millones de personas. Claro que hay muchas diferencias entre Cuba y China, pero los fundamentos de la experiencia china y algunos de sus detalles sí son pertinentes.

En general, el modelo chino es un sistema de reformas económicas orientadas a largo plazo hacia el mercado, bajo el nombre de socialismo de mercado y bajo el mando de un partido único. El enfoque de las reformas de Raúl, como también de sus sucesores, tendrá que abrir las puertas a la iniciativa individual, a la productividad y al crecimiento económico. Deng Xiaoping ha reformado drásticamente el legado de Mao para poder tener éxito y lo mismo sucederá con los sucesores de Fidel.

Fidel ha rechazado de plano las reformas al estilo chino, pero en 1997 dijo que Deng ha consolidado el socialismo en China con la aplicación inteligente de las ideas inmortales del marxismo-leninismo. Así, en varias ocasiones, Fidel le ha tirado un puente al cambio, que es más que lo que Mao hizo por Deng. Entonces, a corto plazo, los líderes cubanos probablemente seguirán el ejemplo chino de mantener la imagen revolucionaria de su gran líder, mientras cambian el sistema económico.

En el caso cubano, a corto plazo el desarrollo macroeconómico será apoyado por China y Venezuela, mientras que a medio plazo Cuba cuenta con el potencial de su naciente industria petrolera.

Claro que la idea misma de reformas ha sido anatema para Fidel y esa estrategia para sobrevivir es vista por muchos de los enemigos de Castro como una verdadera pesadilla. Pero serán los cubanos quienes decidirán lo que quieren, especialmente aquellos que se quedaron en la isla.

Si el socialismo de mercado de China y Vietnam es aceptable para Washington, ¿por qué no el socialismo de mercado en Cuba? En cualquier caso, eso es lo que probablemente veremos, especialmente si Fidel deja que suceda, le guste o no a los estadounidenses.

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