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Dr. F. Javier Abad Santos

Teléfonos móviles y melatonina

La melatonina influye en no pocos procesos fisiológicos, entre los que destaca la capacidad de aumentar la respuesta inmune.

No es fácil pasar más de un par de semanas en las que, ojeando la prensa, no nos encontremos con algún artículo sobre las emisiones de los teléfonos móviles y sus efectos biológicos.

Hace unos días leíamos un artículo en el que investigadores de la Clínica Mayo de Estados Unidos, habían observado la aparición de alteraciones en el sueño de usuarios de teléfonos móviles y tabletas, por exposición directa a fuentes de luz de elevada intensidad, indicando la posibilidad de que este efecto pudiera afectar a la producción de melatonina.

Esta sustancia, de la que tampoco es fácil dejar de oír con cierta frecuencia, es una neurohormona que segrega la glándula pineal, que se encuentra situada en el cerebro, en la línea media de una zona denominada hipotálamo. La melatonina es liberada al torrente sanguíneo, a través del cual accede a todas las células del organismo.

Es bien conocido por la comunidad científica la implicación de la melatonina en no pocos procesos fisiológicos, entre los que cabe destacar la capacidad de aumentar la respuesta inmune. También juega un papel importante en el funcionamiento del reloj circadiano, encargado de controlar los ciclos de vigilia y sueño, y además tiene actividad oncostática, es decir, que tiene cierta capacidad de frenar la proliferación de células cancerosas.

La melatonina se produce en los ciclos nocturnos, presentando una concentración en plasma sanguíneo de unas 3 a 10 veces menor durante las horas de luz. Así, en las horas de oscuridad es cuando se sintetiza y segrega la melatonina a partir de otra sustancia denominada serotonina y mediante el concurso de una enzima denominada N-acetiltransferasa, que actúa como controladora de la producción de melatonina.

Los trabajos iniciales realizados en esta línea por los investigadores del Departamento de Bioelectromagnetismo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, apuntaron la posibilidad de que la exposición nocturna a bajos niveles de emisiones radioeléctricas como las emitidas por los teléfonos móviles, inducía una disminución en la síntesis de la enzima N-acetiltransferasa, limitando por tanto la producción de la melatonina.

Diversos estudios realizados sobre roedores y en mamíferos han revelado que la exposición a campos electromagnéticos débiles puede alterar temporalmente la síntesis y liberación de melatonina. Asimismo, los experimentos realizados por el equipo del Departamento de Bioelectromagnetismo del Hospital Ramón y Cajal han mostrado que, en ausencia de niveles normales de melatonina, la exposición a campos débiles puede promover la proliferación de células cancerosas. Este efecto proliferativo es revertido en presencia de melatonina, dada la citada actividad oncostática de esta neurohormona.

No obstante, los campos empleados en estas investigaciones son de frecuencias muy diferentes de las emitidas por los equipos de telefonía móvil, por lo que no existe por el momento evidencia que permita concluir que las alteraciones detectadas en el sueño de usuarios de teléfonos móviles y tabletas, se deba a la exposición a los campos electromagnéticos emitidos por tales equipos. Por el contrario, sí estaría bien documentado el efecto de la luz como supresor casi inmediato de la síntesis nocturna de melatonina. De esta forma el hecho de encender o mantener encendida una luz durante la noche por intervalos de minutos u horas, inhibe significativamente la síntesis de melatonina. Como quiera que esta hormona es inductora del sueño, la luz emitida por los teléfonos o las tabletas podría ejercer una acción perturbadora del mismo, tal y como proponen los autores del estudio americano.

Por otra parte, los investigadores del laboratorio del Hospital Ramón y Cajal han observado que, exponiendo muestras biológicas a señales de ELF (frecuencia extremadamente baja), los efectos de proliferación celular disminuyen cuando la exposición se realiza en presencia de melatonina.

Los resultados de estas líneas de investigación sugieren, por tanto, dos conclusiones iniciales: por un lado, la posible aparición de efectos relacionados con procesos cancerosos por exposición a señales de radiofrecuencia, toda vez que estas exposiciones dan lugar a una disminución de la producción de melatonina; y por otro, se plantean las bases del efecto beneficioso que el aporte de melatonina pudiera tener sobre la capacidad de radioresistencia de las células, actuando como agente protector frente a la exposición a este tipo de radiaciones.

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