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EDITORIAL

Aguirre y la esperanza de los cubanos

Declaraciones como las de Aguirre, no sólo en favor de los exiliados sino, sobretodo, en favor de los cubanos que siguen padeciendo el totalitarismo comunista, deberían ser exigibles en cualquier dirigente que pretenda ser considerado como demócrata

Que Esperanza Aguirre haya sido uno de los pocos dirigentes políticos españoles que se haya solidarizado públicamente con el oprimido pueblo cubano con ocasión del 50 aniversario de la brutal dictadura castrista, pone de manifiesto el envilecido clima moral y político que obstaculiza la reivindicación de la libertad en todo el mundo. Lejos de corregir la tradicional condescendencia, cuando no complicidad, de la izquierda hacia las dictaduras autoproclamadas "progresistas", el Gobierno de Zapatero la ha extendido a las teocracias y regímenes islamistas bajo el nihilista pabellón de la Alianza de las Civilizaciones.

No hay que extrañarse, por ello, de que los embajadores del criminal y liberticida régimen cubano ni siquiera se limiten a guardar elementales formas diplomáticas como las de no insultar a representantes políticos del país en el que están destinados. Tal es el caso del embajador de Castro en España, que se ha permitido este martes emitir un comunicado en el que, entre otras lindezas, se tilda a la presidenta madrileña de "portavoz de la mafia de Miami". En ese insultante comunicado también se acusa al Gobierno israelí de "genocida", al tiempo que se reprocha a Aguirre que no condene el supuesto "genocidio" en Gaza.

Ni que decir tiene que cualquier insulto procedente de los voceros de la dictadura más larga, represiva y empobrecedora de América Latina, debería ser un motivo de orgullo para sus destinatarios; más aun, cuando ese insulto se proyecta desde el desprecio a los millones de cubanos que pudieron huir de la represión y el empobrecimiento a los que les condenaba la dictadura.

No obstante, en cualquier otro país democrático, los insultos proferidos contra la presidenta madrileña habrían provocado una inmediata amonestación o llamada a consultas del embajador. Sin embargo, del Ejecutivo de Zapatero no cabe esperar medida alguna que no sea la de alinearse con los representantes "diplomáticos" de la dictadura.

Si las bochornosas manifestaciones convocadas, entre otros, por el PSOE contra Israel ya han puesto de manifiesto que los terroristas, como Josu Ternera, o los dictadores, como Castro, no son los únicos en considerar "genocidas" a los representantes de la única democracia de Oriente Próximo, la reciente cesión de la Casa de América, no para denunciar, sino para celebrar los cincuenta años de represión que padecen los cubanos, nos recuerda de qué lado está el Gobierno de Zapatero.

En cualquier caso, declaraciones como las de Aguirre, no sólo en favor del exilio cubano –uno de los proporcionalmente más numerosos que haya conocido la humanidad–, sino, sobre todo, en favor de los cubanos que siguen padeciendo el totalitarismo comunista, deberían ser exigibles en cualquier dirigente que pretenda ser considerado como demócrata. En la extensión de denuncias como las de Aguirre radica la esperanza de libertad de millones de cubanos.

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