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EDITORIAL

Ahora Madrid y el comunismo de siempre

Mientras los comunistas de antes eran bastante sistemáticos y organizados, los de ahora resultan bastante proclives al caos y a la improvisación

En algo sí se diferencian las viejas formaciones comunistas de las nuevas formaciones colectivistas que tratan de ocultar su identidad bajo los ropajes del populismo supuestamente trasversal: mientras las primeras eran bastante previsibles, sistemáticas y organizadas, las segundas están resultando bastante caóticas y proclives a la improvisación a la hora de gobernar. Buen ejemplo de ello está ofreciendo el equipo de Gobierno de Ahora Madrid en la capital de España: el lunes, el concejal de Economía, Carlos Sánchez Mato, aseguró que estaban estudiando imponer una tasa turística y otra a los cajeros automáticos de las entidades bancarias, cosa que la alcaldesa, Manuel Carmena, desmentía tajantemente el martes por la mañana. Por la tarde, sin embargo, Sánchez Mato volvía a la carga asegurando que, si bien en 2015 no habrá tasa, "en el presupuesto de 2016, cuando llegue el momento, lo veremos".

Habida cuenta de las empobrecedoras pulsiones totalitarias y de la voracidad fiscal que los comunistas de Ahora Madrid comparten con los comunistas de toda la vida, a nadie debería extrañar que, más pronto que tarde, esas nuevas tasas se impongan, aunque constituyan un nocivo disparate contra una fuente de riqueza para Madrid como es el turismo y contra un servicio fundamental para los ciudadanos como es el de poder obtener efectivo de una manera rápida a través de los cajeros automáticos. Sin embargo, la impresión de desgobierno, de caos y de improvisación resulta innegable.

Esa improvisación y falta de rigor ya resultó patente con ocasión de la cruzada de Carmena contra la desnutrición infantil en la capital: un día dijo que 25.000 niños tenían un problema de malnutrición, al día siguiente que eran entre 21.000 y 23.000 y poco después que eran 15.000. Finalmente, descubrió satisfecha que el Ayuntamiento de Madrid tiene registrados poco más de 2.000 niños en esa penosa situación, a los que el Consistorio ya atiende por iniciativa del anterior equipo de Gobierno, el de Ana Botella.

Tampoco sabemos en qué acabará su proyecto de rebautizar todas las calles y plazas que lleven el nombre de alguien que pueda estar relacionado con el llamado bando nacional en la última guerra civil. Lo que sabemos es que las obsesiones totalitarias y guerracivilistas de Ahora Madrid superan a las de la propia Ley de Memoria Histórica, hasta llegar al extremo de plantearse erradicar del callejero a Gerardo Diego, Manuel Machado, Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura o Pedro Muñoz Seca, por poner sólo algunos ejemplos especialmente alucinantes.

Con independencia de que lleven a cabo sus proyectos este mismo año o el que viene, es evidente que ninguno de los problemas que acucian a los ciudadanos madrileños tiene nada que ver con el nombre de las calles o con la falta de tasas al turismo o a los cajeros autonómicos. Al contrario, este revanchismo guerracivilista y esta empobrecedora voracidad fiscal pueden soliviantar a los madrileños tanto como el saber que entre sus nuevos representantes municipales hay quienes asaltan capillas semidesnudas o se mofan del Holocausto y de las víctimas del terrorismo.

A esto se reduce, sin embargo, el primer mes de gobierno de quienes, bajo las siglas de Ahora Madrid, conservan las pulsiones totalitarias de los comunistas de siempre, entreveradas con la novedosa incompetencia de los populistas de ahora.

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