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EDITORIAL

"Alardear de ser putas"

Orwell escribiría algo harto interesante sobre este asunto, en el que la marabunta brama cuando la Fiscalía comete la temeridad de reflejar en sus escritos la verdad.

En la España actual, cualquier cosa que pueda suponer un mínimo perjuicio a Podemos o a alguna de sus figuras más relevantes es inmediatamente objeto de escarnio público y críticas durísimas, que suelen degenerar en ataques personales y descalificaciones tremebundas.

Se trata de una ceremonia del terror y el amedrentamiento en la que participan con entusiasmo algunos medios de comunicación, determinados periodistas que presumen de libres pero parecen estar en la nómina de un partido y, por supuesto, las terminales podemitas en las redes sociales.

Es lo que ha ocurrido este jueves con el escrito con el que la Fiscalía de Madrid ha pedido, con un criterio irreprochable desde el punto de vista jurídico, que se desestime el recurso presentado por la defensa de la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, en el caso relativo a su ominoso asalto a una capilla católica.

La polémica se ha generado por este pasaje del escrito de la Fiscalía:

Es obvio que las señoritas están en su derecho de alardear de ser putas, libres, bolleras o lo que quieran ser, pero esa conducta realizada en el altar, espacio sagrado para los católicos al encontrarse allí el Sagrario, lugar donde según sus creencias se encuentra su Dios, implica un ánimo evidente de ofender.

Es necesario recalcar que la referencia no es algo discutible: son hechos probados y ni siquiera la defensa de la condenada Maestre los niega, sólo aduce que no son constitutivos de delito. Las imágenes que se han visto y los testimonios que se recogieron en el juicio oral no dejan lugar a dudas, y lo lógico es que la Fiscalía los recoja, porque, siendo reprobable que un grupo de energúmenas irrumpa en un templo durante el culto, aún lo es más –y delictivo– si lo hacen profiriendo esas expresiones, que, como bien dice el texto de la Fiscalía, en dicho contexto sólo pueden tener una intención claramente ofensiva.

En el colmo de la hipocresía y la desvergüenza, los mismos que ven con simpatía que unas sujetas irrumpan en un templo medio desnudas gritando consignas ofensivas y luciendo sobre el cuerpo palabras como puta o bollera se escandalizan ahora por que la Fiscalía recoja en su escrito de forma minuciosa los hechos probados y construya sobre ellos una argumentación que es jurídicamente impecable.

A buen seguro George Orwell escribiría algo harto interesante sobre este asunto, en el que la marabunta brama cuando el Ministerio Público comete la temeridad de reflejar en sus escritos la verdad y obrar en consecuencia.

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