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EDITORIAL

Algo huele a podrido en la CNMV

es en el caso de la CNMV donde la España de Zapatero cristaliza en toda su pureza: Autoritarismo, mentira, venganza, uso partidista de las instituciones públicas, nepotismo y la firme convicción de que nuestro país es un chiringuito de su propiedad

Desde los tiempos del felipismo más bizarro no se recuerda un desbarajuste semejante en un organismo público como el que está padeciendo la Comisión Nacional del Mercado de Valores en estos días. Un presidente, Manuel Conthe, que dimite ante una cacicada sin precedentes por parte del Ejecutivo. Un vicepresidente, Carlos Arenillas, dedicado a obedecer los dictados de un Gobierno del que su esposa forma parte como ministra. Un periodista de la cadena SER, Javier Ruiz, que presiona a Conthe para contar con su apoyo en la defenestración de Francisco González, presidente del segundo banco de España. Una oficina instalada en el Palacio de la Moncloa, subordinada directamente al presidente del Gobierno, que elabora informes para ganarse la connivencia del regulador desacreditando al banquero. Ni en una novela de John Grisham se hubiera dado una trama tan enrevesada.

Aunque las cuestiones relativas al mercado de valores suelan pasar desapercibidas al ciudadano de a pie, es en el caso de la CNMV donde la España de Zapatero cristaliza en toda su pureza: autoritarismo, mentira, venganza, uso partidista de las instituciones públicas, nepotismo y la firme convicción de que nuestro país es un chiringuito de su propiedad. Tan expuesto ha quedado el Gobierno que hasta el propio Solbes ha reconocido que aquella infame operación contra Francisco González fue cierta, tan cierta como que el cerebro de la misma es hoy candidato a la alcaldía de Madrid por el PSOE.

Urge una depuración de responsabilidades dentro de la Comisión. Arenillas debe dimitir de inmediato. Poderosas razones, entre las cuales el caso del BBVA es sólo una de ellas, lo exigen. El Gobierno, por su parte, debe una explicación a la opinión pública y Miguel Sebastián, candidato del PSOE, ha de dejar claro antes de llegar a las elecciones qué sabe y cuál fue su papel en la elaboración de aquel informe. Si no se hace todo esto, que no se hará, la CNMV habrá perdido la poca credibilidad que le quedaba tras la salida de Conthe y la llegada de Julio Segura que, para rematar el sainete, confía sus valores a una empresa, Intermoney, a la que Sebastián y Arenillas pertenecieron en un pasado no muy lejano. ¿Quién da más?

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