Menú
EDITORIAL

Asalto callejero al Estado de Derecho

La democracia debe defenderse de quienes intentan aniquilarla tanto desde dentro como desde fuera. Por eso, es hora de poner fin a la impunidad con la que los indignados han venido actuando hasta la fecha.

Quien siembra vientos recoge tempestades. Y quien fue condescendiente con aquellos polvos no se puede quejar de estos lodos. El componente radical y violento de los llamados "indignados" ya era patente desde el mismo 15 de mayo, fecha en la que ya protagonizaron una batalla campal que causó 24 detenidos y cinco policías heridos, y en la que iniciaron su ocupación ilegal de espacios públicos. Recordarán, sin embargo, las palabras con las que el ministro del Interior justificó días antes de las elecciones municipales y autonómicas su cómplice pasividad: "La policía está para resolver problemas, no para crearlos". Los indignados pudieron así continuar saltándose la legalidad vigente, no sólo con sus acampadas ilegales, sino también violando la jornada de reflexión. Desde entonces esta violencia no ha hecho más que aumentar: agresiones e insultos a periodistas, acoso a los políticos, cercos a los ayuntamientos y al parlamento, asaltos a centros comerciales y a emisoras de radio...

Este miércoles en Barcelona estos radicales de izquierda han llegado al extremo de cercar el parlamento catalán, obligando al presidente de la Generalitat y a varios consejeros y diputados a ir en helicóptero, mientras otros lo hacían en furgones de la policía autonómica. Otros políticos han sido insultados y agredidos, incluido un diputado ciego al que también han querido robarle su perro guía. Lejos de ejercer un legítimo y democrático derecho de manifestación, lo que están haciendo los miembros del 15-M desde el primer día es socavar nuestro Estado de Derecho y acosar las instituciones democráticas. Pero, en lugar de denunciarlo, buena parte de nuestra clase política ha tratado de apaciguarlos o de ganárselos electoralmente. Ahora que también ellos son víctimas de ese monstruo que ellos mismos han alimentado, dicen que los indignados "han cruzado la raya roja".

Los indignados cruzaron la "raya roja" desde el primer día y con la condescendencia y complicidad de no pocos políticos que ahora se quejan. Es más: no pocos de estos políticos han sido ejemplo y precursores de ese desprecio al Estado de Derecho que ahora parecen echar en falta. ¿Qué hizo Rubalcaba más que socavar el Estado de Derecho al violar la jornada de reflexión el 13-M de 2004 o durante el "proceso de paz" con ETA? ¿Qué hizo Mas salvo socavar el Estado de Derecho al pactar su investidura con el PSC sobre la base de hacer caso omiso a la sentencia del Tribunal Supremo que defendía la educación en castellano? ¿Qué han hecho Mas y Montilla al negarse a respetar los tímidos recortes impuestos por el Tribunal Constitucional a su estatuto soberanista? ¿Qué han hecho, más que ignorar la ley de partidos, los propios magistrados "progresistas" del Constitucional que han abierto las puertas a los proetarras de Bildu?

La indignación que los del 15-M dicen sentir contra nuestros políticos no debería engañar a nadie, ni menos aun despertar ninguna simpatía. No vienen más que a destruir desde la calle lo que no pocos políticos ya han socavado desde las instituciones. La democracia debe defenderse de quienes intentan aniquilarla tanto desde dentro como desde fuera. Por eso, es hora de poner fin a la impunidad con la que los indignados han venido actuando hasta la fecha. Los medios policiales están para emplearlos en defensa de nuestras libertades, y que muchos de nuestros políticos hayan sido los primeros en poner en solfa nuestro Estado de Derecho no debería significar que se le deba dar carta blanca a la extrema izquierda para que asalta nuestras calles y nuestros parlamentos.

En España

    0
    comentarios
    Acceda a los 4 comentarios guardados