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EDITORIAL

Aznar, la Nación y la causa de la libertad

Aznar sólo ha pretendido una necesaria reivindicación cívica, moderna e ilustrada del concepto de nación, que evidencie los riegos que conlleva cuestionar odebilitar su unidad, tal y como ha hecho ZP con su política de alianzas con los secesionistas

Si algo hay que destacar de la entrevista que José María Aznar ha concedido a LDTV, con ocasión de la publicación de su libro Cartas a un joven español, es la oportuna insistencia del ex presidente del Gobierno en vincular la Nación española con la causa de la libertad. No se trata, ciertamente, de una idea muy original, pero tampoco ha sido esa la pretensión de Aznar, ni al escribir ese libro ni al responder a las preguntas del director de informativos de LDTV, Dieter Brandau. Con esta vinculación, Aznar sólo ha pretendido una necesaria reivindicación cívica, moderna e ilustrada del concepto de nación, que evidencie los riesgos que conlleva poner en cuestión o debilitar su unidad, tal y como ha hecho el Gobierno de Zapatero con su política y sus alianzas con los secesionistas.

En realidad, las reflexiones de Aznar están llenas de sentido común y podrían suscribirlas cualquiera, si no fuera porque dejan en evidencia la absoluta anormalidad democrática que ha supuesto, tanto la llegada al Gobierno, como el ejercicio del poder por parte de Zapatero. La manipulación del 11-M y el acoso a las sedes del PP durante la jornada de reflexión del 13-M "estará en los libros más negros de los partidos que la promovieron". En ningún otro país de nuestro entorno, ciertamente, el principal partido de la oposición ha hecho nunca causa común con los terroristas para desbancar a un Gobierno, tal y como hizo el partido de Zapatero con los autores de la masacre del 11-M, con la excusa de que eran islamistas. No es ya que la ecuación "Irak-atentado-Gobierno de Aznar es culpable" haya resultado ahora invalidada por la sentencia de Gómez Bermúdez; es que, en sí misma, siempre fue y será una apología repugnante del terrorismo islamista.

Al margen de la manipulación y del alineamiento con el terrorismo islamista como modo de ganar unas elecciones, no menos "insólito" es, ciertamente, la política de alianzas con los separatistas y las componendas con los etarras que el Gobierno del 14-M también ha tenido la desfachatez de adornar con los ropajes de la paz. Los hechos ya han dado la razón a Aznar cuando señala que "nada se gana poniendo en cuestión lo que significa la Nación española y nada se gana inventándose naciones que nunca han existido históricamente y que pueden ser semilleros de conflicto para el futuro". Un futuro de conflicto que ya es presente, como evidencian la insaciabilidad de los nacionalistas, el estatuto soberanista catalán y las pretensiones secesionistas del lehendakari. Eso, por no hablar de la amenazante insaciabilidad del terrorismo, tanto islamista como etarra.

En cualquier caso, junto a la advertencia de la "quiebra" que supone la reivindicación nacionalista de que "la parte decida por el todo", la apuesta de Aznar por la continuidad histórica de una nación que hace de la libertad su bandera más representativa, supone toda una llamada a la convivencia en el presente y una llamada a la esperanza en el futuro. No por nada su libro lo titula Cartas a un joven español.

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