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EDITORIAL

Cataluña: hay que decir basta

Basta de concesiones injustificables e intolerables, basta de apaciguamientos cobardes y suicidas. Esto es misión no de la ciudadanía sino de las instituciones.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha llamado a los ciudadanos de Cataluña a que se planten y digan basta al desafío secesionista de la banda de Artur Mas y Oriol Junqueras, que amenaza con romper España y, por ende, Cataluña.

"Sólo tienen fuerza si tú te callas: que no te impongan dogmáticamente qué tienes que pensar y lo que significa ser buen catalán", proclamó este domingo el jefe del Ejecutivo en un acto celebrado en Badalona, plaza fuerte del candidato del PP catalán, Xavier García-Albiol.

En efecto: ha llegado la hora de decir basta en Cataluña. Basta a un nacionalismo hipercorrupto, irresponsable, incompetente en todo lo que no tenga que ver con acosar a los disidentes, desinformar, intoxicar y envenenar las relaciones entre catalanes y entre Cataluña y el resto de España. Ese basta es, por supuesto, cosa de la ciudadanía. Pero también de los líderes políticos y de las instituciones del Estado. Basta de concesiones injustificables e intolerables, basta de apaciguamientos cobardes y suicidas. Basta de sucios conchabeos travestidos de alta política de Estado. El nacionalismo es una amenaza para la convivencia, para la Nación y para el Estado de Derecho, y como tal debe ser afrontado.

Los ciudadanos de Cataluña deben estar a la altura de las circunstancias y poner electoralmente en su sitio a la peor casta política que les pueda tocar en suerte, la secesionista, que busca destruir esa sociedad a la que pretende amar tanto. Pero al hacerlo deben verse respaldados por quienes están al frente de las instituciones clave del Estado. Y estar plenamente convencidos de que no van a ser de nuevo víctimas de ominosos apaños para mayor gloria de quienes los desprecian, los secesionistas que quieren convertirlos en extranjeros en su propia patria. Es decir, de que su destino no va a quedar en manos de un García Margallo más peligroso que impresentable si finalmente resulta ser no un vanidoso insensato sino el más sacrificado lacayo de su señor.

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