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EDITORIAL

CiU "expía" sus pecados "españolistas"

En algunos de los principales diarios de difusión nacional (El País, El Mundo y La Razón) aparecieron el domingo dos páginas completas de publicidad de CiU. Se trataba de una carta abierta a José María Aznar y firmada por Josep Antoni Duran i Lleida, donde el secretario general de Convergència i Unió hace el clásico alarde de victimismo propio de los nacionalistas. Las elecciones están cerca, y los nacionalistas “moderados”, privados del presupuesto, del coche oficial y del manto protector que 23 años de poder ininterrumpido e incontestado les otorgó para cubrir sus corruptelas y sus cacicadas, pretenden ahora presentarse como los “padres de la patria” catalana.
 
Duran i Lleida se suma a la cantinela de ERC y del PSC –asumida por Zapatero– sobre la falta de inversiones públicas en Cataluña, sobre la “necesidad” de un nuevo Estatuto, sobre las sensibilidades “heridas” de los catalanistas por culpa de la supuesta arrogancia españolista de Aznar… En definitiva, sobre lo mucho que “lealmente” ha aportado Cataluña –es decir, CiU– a la gobernabilidad de España –el pacto de investidura de 1996– y lo mal correspondida que ha sido esa “buena fe” por parte del Gobierno, especialmente a partir de 2000, cuando el PP obtuvo la mayoría absoluta.
 
Si no fuera porque es consustancial a los nacionalistas situarse por encima de la realidad y de los hechos, un ejercicio de victimismo y de memoria selectiva tan descarado e indecente como el de Duran i Lleida haría enrojecer y descalificaría para siempre a cualquier político que se atreviera a realizarlo. Duran tiene mucha prisa por olvidar que tanto en 1996 como en 2000 José María Aznar ofreció a CiU entrar en el Gobierno nacional, y CiU rechazó la oferta. Que CiU votó junto con el PP todas las leyes de Presupuestos salvo, por evidentes motivos electorales, la de 2004. Y, sobre todo, que fue el PP quien contribuyó, gratuitamente y sin contrapartidas, a la “gobernabilidad” de Cataluña apoyando la investidura de Pujol y sus leyes de presupuestos durante los últimos cuatro años.
 
La realidad palmaria es que CiU ha obtenido mucho más del PP que del PSOE, tanto cuando éste aplicaba inmisericordemente el rodillo y amenazaba a Pujol con la cárcel como cuando los socialistas necesitaron de los diputados de CiU para completar la mayoría en 1993. Y, salvando el factor nacionalista, CiU está mucho más próximo ideológicamente al PP que al PSOE. Sin embargo, las afinidades políticas y la lógica convencional del quid pro quo no se aplica a los partidos nacionalistas de inspiración democristiana, siempre dispuestos a apuñalar por la espalda a sus socios y aliados coyunturales si con ello creen que contribuyen a “hacer patria”.
 
Después de disfrutar de cuatro años suplementarios de gobierno en la Generalitat gracias al apoyo del PP, los nacionalistas antaño moderados de CiU pretenden “lavar” la “mancha” de “españolismo” que se supuestamente se les ha pegado por su contacto con el partido de Aznar. Se trata de acercar posiciones con ERC, que ha arrebatado a CiU una buena bolsa de votos, de ofrecer sus diputados a Zapatero para completar mayorías y de contribuir a la marginación política en Cataluña y en España a su antiguo socio de gobierno para “superar” las trabas que la legalidad vigente impone a las aspiraciones de los nacionalistas.
 
Excelentes títulos, sin duda, para exigir, como hace Duran Lleida en su "publirreportaje", que “La lealtad constitucional debe ser recíproca y ahora es el turno de la lealtad en dirección a las legítimas aspiraciones de Cataluña”. Efectivamente, la lealtad constitucional ha de ser recíproca… y la Constitución, mucho más legítima que las aspiraciones particulares de los nacionalistas, es incompatible con los planes del frente anti-PP.

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