El mismo día que Artur Mas, presidente de Convergencia y Unión, ha ofrecido un cheque en blanco al Gobierno para gestionar la tregua de ETA, la segunda cabeza más visible de la coalición, Josep Antoni Durán i Lleida, ha mostrado (por enésima vez) su voluntad de entrar en la cocina del poder, es decir, en el Consejo de Ministros. De lo primero quizá haya que preocuparse porque, aunque a Mas le sea ajeno, no todo vale en la negociación con los terroristas. Además, la última vez que un Gobierno socialista gozó de carta blanca, los responsables del ministerio del Interior montaron una banda de matones con dinero público. Como para andarse con cheques en blanco.
En lo relativo a la oferta de Durán i Lleida, parece clara ya la recién estrenada estrategia del Ejecutivo. Zapatero está formalizando el cambio de socio oficial. Tras dos años de radicalismo y aspavientos de la mano de Carod Rovira, toca ahora algo de moderación y mano izquierda, que se acercan las elecciones y nadie sabe lo que puede pasar. Es, en definitiva, volver a un apaño clásico que en tiempos del felipismo dio excelentes réditos a sus mentores; a González en la Moncloa y a Pujol en la Generalidad.
