Menú
EDITORIAL

Ciudadanos y la corrupción socialista en Andalucía

Ciudadanos perpetúa el régimen corrupto que ha llevado a Andalucía a la cola de todos los indicadores de desarrollo.

Tal y como estaba anunciado, Susana Díaz ha revalidado su mandato como presidenta de Andalucía gracias a Ciudadanos, cuyos nueve diputados votaron este jueves a favor de su investidura. Tras casi dos meses de negociaciones, el partido de Albert Rivera ha decidido brindar al PSOE su apoyo, a pesar de que las exigencias en materia de regeneración política que Ciudadanos impone en otras regiones están todavía lejos de cumplirse en la comunidad de la estafa de los cursos de formación, el latrocinio de los ERE y la imputación de los dos últimos expresidentes bajo serias acusaciones de corrupción.

Rivera va a tener difícil explicar en el resto de España su decisión en Andalucía a escasos seis meses de las elecciones generales, si es que Rajoy no decide adelantarlas. Con la vista puesta en esta importante cita con las urnas, en la que Ciudadanos se juega convertirse en una fuerza de largo recorrido o quedar como partido testimonial, el apoyo al partido más corrupto de España –con permiso de CiU puede provocar el rechazo justificado de aquellos que han recurrido a Ciudadanos con la esperanza de que sea el catalizador efectivo de un amplio proceso de regeneración.

En Ciudadanos se escudan en que, sin su apoyo a la lista más votada, Andalucía estaría abocada a unas nuevas elecciones. Puede que así fuera, pero en todo caso esas son las consecuencias del adelanto electoral decidido por la propia Susana Díaz, sin que ninguna circunstancia le obligara a ello más que su propio interés particular en las luchas internas del Partido Socialista. El resultado electoral fue mucho peor del que ella preveía, pero eso es responsabilidad de la candidata socialista, no de Ciudadanos, un partido nuevo que no estaba obligado a empeñar su crédito político en enmendar los errores de cálculo de una política demasiado ambiciosa.

Por otra parte, Susana Díaz no puede presentarse como el remedio a la corrupción institucional que impera en Andalucía desde que el PSOE llegó al poder, hace ya más de tres décadas. La presidenta andaluza es una criatura del Partido Socialista, que nadie puede tomar en serio como ejemplo de un sincero afán regenerador. Díaz estaba en el Gobierno de Griñán, y además como consejera de Presidencia, un puesto clave reservado a personas de la más absoluta confianza del presidente. Tan es así que el propio Griñán la eligió como sucesora, en pago de lo cual Susana Díaz ha hecho todo lo posible para que ni su mentor ni Manuel Chaves, el gran padrino del socialismo andaluz, se vean obligados a abandonar la política a cambio de su investidura.

Ciudadanos ha transigido con esta operación política, que perpetúa en Andalucía el régimen corrupto que ha llevado a esta región a la cola de todos los indicadores de desarrollo. Rivera no estaba obligado a dar ese paso, que cuestiona muy seriamente los afanes casi inquisitoriales que su partido ha venido poniendo de manifiesto en Madrid y en otras regiones, donde los candidatos del otro partido mayoritario exhiben una limpieza de trayectoria a la que Susana Díaz no puede ni siquiera acercarse. Ahora tendrá que convencer a su electorado de que sus decisiones en Andalucía son buenas para los andaluces y, sobre todo, para España, algo que, conociendo la realidad andaluza, no le va a ser precisamente fácil.

Temas

En España

    0
    comentarios