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EDITORIAL

Complicidad sindical disfrazada de famélica legión

Si no fuera por los millones de parados, resultaría hasta cómico ver a estos holgados vividores a cuenta del Estado cantar y hacerse pasar por los "pobres del mundo", por "los esclavos sin pan" o por "el proletariado oprimido" en un bien entrado siglo XXI

No sabríamos señalar que nos ha causado más sonrojo del acto de clausura del VIII Congreso de la Federación de Servicios Públicos de UGT: si ver a esos liberados dirigentes sindicales cantar, junto a la millonaria Leire Pajín, también puño en alto, "a la famélica legión"; o saber por boca de Cándido Méndez que UGT y CC OO –principales y bien remunerados cómplices de una política gubernamental que ya nos acerca a los cuatro millones y medio de parados– tienen previsto "salir a la calle de manera masiva antes de que acabe el año", no para protestar contra el Gobierno, sino contra los empresarios.

Si no fuera por la terrible situación que están atravesando millones de familias españolas –por no hablar de la memoria de los millones de víctimas mortales del llamado "socialismo real"–, resultaría hasta cómico ver a estos holgados vividores a cuenta del poder del Estado cantar y hacerse pasar por los "pobres del mundo", por "los esclavos sin pan" o por "el proletariado oprimido" en un bien entrado siglo XXI. Sin embargo, con la que está cayendo, resulta indignante que los dirigentes sindicales aun tengan la desfachatez de arrogarse el derecho a protestar por una situación de la que son claramente corresponsables.

Ya el pasado martes, y ante las cámaras de Antena 3, Cándido Méndez tuvo la desfachatez de justificar el hecho de que el Gobierno de Zapatero haya sido el único que no haya sufrido ninguna protesta o huelga general por parte de los sindicatos, alegando que este Ejecutivo es el "único que no ha perpetrado agresiones contra los derechos de los trabajadores". Vamos, como si llevar a cabo una política que genera el 70 por ciento de todo el paro que se produce en toda la Unión Económica y Monetaria Europea no fuera una colosal "agresión" para los trabajadores.

Este miércoles, sin embargo, Méndez nos ha anunciado su intención de salir a la calle a protestar, pero no contra el Gobierno, sino contra los empresarios a los que, en el colmo de la desfachatez, culpa de la crisis. En unas declaraciones que parecían evocar la estrofa de La Internacional referida a lo de "hundir el imperio burgués", el dirigente de UGT ha arremetido contra el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, al que ha acusado de proponer un nuevo contrato que "en realidad significa que al joven de ahora que le hagan ese contrato, cuando tenga 40 ó 50 años será despedido con una mano delante y otra detrás".

Para empezar, es del todo ilógico culpar de la actual situación a lo que en todo caso es una alternativa planteada por la patronal al modelo que actualmente está en vigor. En segundo lugar, es completamente falso que lo que plantee la CEOE sea eliminar la indemnización por despido, sino tan sólo reducirla precisamente para que no disuada tanto a la nueva contratación indefinida. Finalmente, el que agrede a los trabajadores es quien se arroga el derecho a decidir por ellos la cuantía de la indemnización de su eventual y futuro despido. ¿Quién es Méndez o los sindicatos para impedir que sea contratado cualquier trabajador dispuesto a aceptar las cláusulas que le ofrecen en un contrato de trabajo? Visto lo visto, para Cándido Méndez debe ser menos "agresivo" para los derechos del joven de su ejemplo permanecer en paro y –con una mano delante y otra detrás– hasta esos 40 o 50 años.

Lo que parece evidente, sin embargo, es que si la política, como se dice, no soporta el vacío, la calle en tiempos de crisis tampoco. Así que si la oposición a este Gobierno no la ocupa, lo harán sus cómplices, disfrazados –eso sí– de famélica legión.

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