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EDITORIAL

Con las víctimas, con la libertad

Las víctimas organizadas, su sed de justicia, memoria y dignidad, representan un símbolo de una sociedad resistente a entregar a ETA la sangre de quienes dieron la vida por la libertad de todos

Las concentraciones celebradas este sábado por la Asociación de Víctimas del Terrorismo en 41 ciudades españolas, exigiendo el regreso a prisión de Ignacio de Juana han demostrado, una vez más, que un amplio sector de la sociedad española no se resigna a la política de cesión a ETA. El asesino múltiple de 25 personas se ufana, con sus paseos terapéuticos por el exterior del hospital, de toda la sangre y el dolor que ha provocado.
 
Sus amenazas terroristas, después de las matanzas que sembró, han quedado impunes, gracias al evidente servicio que el Gobierno le ha prestado, doblegándose ante el chantaje de la falsa huelga de hambre, maniobrando por medio del Fiscal General del Estado para reducir a toda costa la condena y, finalmente, en el colmo de la humillación a las víctimas, promoviendo su excarcelación de manera cobarde, esgrimiendo "razones humanitarias" de las que, por desgracia, ya no pueden beneficiarse los 25 asesinados por esta alimaña criminal, a quien Rodríguez Zapatero, no obstante, incluyó en la gloriosa orla de quienes "están por la paz".
 
Si hay una sociedad decente y sana, ésta no puede permanecer "impasible" ante una secuencia tan repugnante de traiciones a la Justicia. La respuesta multitudinaria a cada una de las convocatorias de las víctimas, así llueva, truene o abrase, no puede sorprender a nadie a estas alturas. Su causa es la más digna y justa de cuantas pueden y deben ser apoyadas hoy en España. Las víctimas, su sed de justicia, memoria y dignidad, representan un símbolo de una sociedad resistente a entregar a ETA la sangre de quienes dieron la vida por la libertad de todos.
 
Como señalaron los distintos portavoces que leyeron la declaración institucional, simultáneamente en las 41 ciudades de la convocatoria, la rebelión cívica "es posible porque somos libres y hemos asumido el reto de vivir con coherencia y responsabilidad esta libertad. Gracias a ella podemos apoyar o rechazar a nuestros gobernantes. Y esa libertad irrenunciable nos lleva a rebelarnos contra la traición y la injusticia. Contra la desidia y la mediocridad de un Gobierno que, lejos de trabajar por erradicar y derrotar al terrorismo, da la espalda a los ciudadanos y está a partir un piñón con quienes quieren acabar con nuestro Estado de Derecho, por el que han muerto más de mil personas".

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