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EDITORIAL

¿Conseguirá el PSOE salvarse de sí mismo?

¿De verdad la insensatez, la miopía y los personalismos van a impedir que el partido de Sánchez se aleje del precipicio?

La endiablada aritmética parlamentaria que ha segregrado la implosión del bipartidismo imperfecto que ha venido imperando desde la Transición ha tenido por paradójica consecuencia que el partido de la vieja política que más tiempo ha gobernado tenga las llaves de la gobernabilidad, pese a las tremendas sangrías electorales que viene sufriendo. En efecto, el PSOE, que en ocho años ha perdido seis millones de votos, tiene en sus manos permitir la conformación de un nuevo Gobierno o forzar unas nuevas elecciones, las terceras en un año.

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, está pidiendo a los socialistas que le dejen gobernar, como también lo están haciendo Albert Rivera y hasta los propios votantes de Pedro Sánchez, a tenor de lo que dicen las encuestas.

Pero en el PSOE, al parecer, no están por la labor.

Los socialistas están en trance de desaprovechar una oportunidad extraordinaria de recomponerse, retomar las riendas de la izquierda política y arrojar al basurero de la marginalidad a las formaciones antisistema que pretenden dinamitarlo y heredar su espacio sociopolítico.

Podemos y toda la miríada de formaciones liberticidas de extrema izquierda que han eclosionado en los últimos tiempos son una afrenta para cualquier democracia liberal digna de tal nombre y una amenaza de primer orden para la prosperidad y para la convivencia. Cerrarles el paso debe ser un objetivo preferente para todos los partidos comprometidos con la Constitución y el Estado de Derecho, pero sobre todo para el PSOE, al que le va en ello su propia supervivencia.

Los socialistas deben aprovechar la legislatura para rearmarse y reconfigurarse como partido con sentido de Estado tanto a la hora de gobernar como a la de fiscalizar a un Gobierno de signo distinto. Cuatro años de trabajo firme y responsable pueden suponer un golpe durísimo para las formaciones ultras que no ven la hora de rematarlo y que a duras penas se mantienen unidas, pues más que partidos parecen ollas podridas llenas a rebosar de oportunistas, resentidos y fanáticos impacientes. Un PSOE serio podría ganar muchísimo en la comparación para un sector nada desdeñable del electorado.

¿De verdad el PSOE va a dejar pasar esta ocasión inmejorable? ¿De verdad la insensatez, la miopía y los personalismos van a impedir que el PSOE se aleje del precipicio? En breve sabremos si los de Ferraz son finalmente capaces de superar sus formidables tendencias suicidas.

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