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EDITORIAL

Convergència y la corrupción

La corrupción en Cataluña es una lacra de carácter endémico y dimensión estructural, de la que apenas sabemos porque nadie se atreve a denunciarla.

El diario ABC hizo público este lunes un informe policial demoledor, encargado por el juzgado que instruye la trama de corrupción en el caso Palau de la Música de Barcelona, en el que se relata con todo lujo de detalles el procedimiento por el que Convergència Democràtica de Catalunya, el partido de la familia Pujol y de Artur Mas, se apropió de al menos seis millones de euros entre 2002 y 2008 con destino a su financiación y al enriquecimiento delictivo de los principales protagonistas de la trama. El citado informe afirma que CDC es responsable "a título lucrativo" de lo ocurrido con las finanzas del Palau, y señala aquellas transferencias de fondos cuyo destino irregular está más que constatado. Los responsables de las cuentas del partido de Mas durante esos años, insiste el informe, habrían recibido, en ocasiones a través de entregas en efectivo, cuantiosas "donaciones" de importantes empresas a cambio de la adjudicación de sucesivas licitaciones de obra pública.

No es un caso aislado. Desde los tiempos de Pujol padre, CDC ha venido protagonizando notables escándalos de corrupción, con el silencio cómplice de una prensa local cortesana que sobrevive gracias a la puntual entrega de cuantiosísimas subvenciones públicas.

El caso Banca Catalana fue el episodio seminal en esta escalada de corrupción al por mayor. Después vendría el saqueo de las subvenciones para los parados, donde la Unió Democrètica de Duran i Lleida presentó sus credenciales como socio igualmente competente en tales lides. Más recientemente supimos del caso Pretoria, del escándalo de las concesiones de ITV –con Oriol Pujol de por medio– y del entramado de corruptelas relacionado con la sanidad catalana, cuya precaria situación es sobradamente conocida.

Sólo una sociedad sin resortes morales, entregada a un nacionalismo que ha convertido la democracia en una farsa, puede no sólo tolerar sino votar mayoritariamente a una formación como CDC. La corrupción en Cataluña es una lacra de carácter endémico y condición estructural; aun así, es poco lo que se conoce de ella, porque, como ocurre en las sociedades cerradas, pocos se atreven a denunciarla.

Acostumbrados a la impunidad, al menos en los escalones superiores, los nacionalistas de CiU no se dan por aludidos y continúan alegremente su campaña electoral, prometiendo la independencia. No cabe mayor prueba de que saben que su corrupción no es algo que preocupe a los votantes. El colmo del sarcasmo es que afirmen que la secesión es imprescindible porque el resto de España les roba. 

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