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EDITORIAL

Corea del Norte no tiene gracia

El régimen norcoreano es la culminación del marxismo en todo su esplendor y el destino final de todas las sociedades que sucumben a su dictado.

La dictadura norcoreana celebró este sábado el 70 aniversario de la creación del Partido de los Trabajadores, la organización marxista controlada por la dinastía de los Kim, que desde entonces mantiene sumida en el terror a toda la población del país. Los fastos conmemorativos culminaron con un colosal desfile del ejército, la única actividad que el régimen norcoreano es capaz de organizar con alguna eficacia en un país que todavía padece severas hambrunas bien entrado el siglo XXI.

Corea del Norte es un estado policial de filiación marxista, que mantiene a su población cautiva y hambrienta mientras financia a uno de los mayores ejércitos del planeta. Todas las atrocidades del marxismo estalinista contra los ciudadanos inocentes se mantienen, corregidas y aumentadas, en la peor tiranía que ha visto la humanidad en la historia reciente. En el reino de los Kim, los gulags siguen funcionando a pleno ritmo para recibir las oleadas de represaliados del régimen. Allí languidecen hasta la muerte jóvenes castigados por "delitos políticos" cometidos por sus abuelos, sin que el resto de sus familias vuelvan a saber jamás nada de ellos. Al lado del salvajismo marxista de Corea del Norte, la pesadilla orwelliana de 1984 es una autocracia llevadera.

El hermetismo del régimen norcoreano y el histrionismo de sus dirigentes son factores que, a menudo, contribuyen a convertir al régimen de los Kim en una caricatura sobre la que se pueden hacer bromas. El objetivo de esta visión frívola del sistema político más devastador de la historia reciente es convertirlo en una excentricidad de una dinastía de tiranos dementes sin ninguna base ideológica. Muy al contrario, el régimen norcoreano es la culminación del proyecto marxista en todo su esplendor y el destino final de todas las sociedades que sucumben a su dictado. Kim Jon-un es comunista y como tal se comporta, al igual que todos los dirigentes del sistema creado por su abuelo, a los que a menudo asesina de las formas más variadas, también en la más acendrada tradición estalinista.

La tiranía soviética duró siete décadas, que es lo que llevan los Kim aterrorizando a los habitantes de Corea del Norte. No es precisamente un motivo para la risa. Sobre todo porque en España tenemos dirigentes políticos que defienden para nosotros un proyecto político idéntico al que sufren 25 millones de norcoreanos. Estos tampoco tienen maldita la gracia.

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