Dirigentes del PP como Esperanza Aguirre, Ángel Acebes o Eduardo Zaplana han tratado este lunes de zanjar la polémica desatada por las inoportunas declaraciones de Gallardón, en las que el alcalde de Madrid insistía en postularse como candidato del PP al Congreso en las próximas elecciones generales. Si Aguirre ha señalado que "el señor Gallardón jamás ha ocultado su deseo de llegar a las más altas responsabilidades institucionales a nivel nacional", Ángel Acebes ha sido muy claro al señalar que "cada uno esté a su trabajo y hablaremos de las candidaturas cuando se abra ese proceso". En esa misma línea, Zaplana ha tildado de "error" que el PP se dedique a hablar de las listas para 2008.
No sabemos si esta vez Ruiz Gallardón se querrá dar por enterado, pero lo cierto es que el alcalde madrileño ha vuelto a reabrir esta polémica después de haberla encendido hace meses con unas declaraciones muy parecidas. Ahora, Gallardón no sólo ha desoído las apelaciones a la prudencia y la conveniencia a que se dedicara "a una sola cosa", que ya le hicieran entonces sus compañeros de partido –incluido Rajoy–, sino que ha incumplido su propio compromiso de no volver a reabrir esta controversia que sólo nace de sus intereses personales.
Gallardón no sólo ha roto esta promesa, sino que este lunes se ha permitido hacer un llamamiento a la "moderación" a su partido, sin explicar siquiera en qué debe consistir dicha "moderación", que no sea, claro está, hacer suyos los valores de sus adversarios.
No hace Gallardón ningún descubrimiento al decir que "el proyecto del PP deber ser capaz de convocar e ilusionar también a aquellos ciudadanos que no nos votaron en las últimas elecciones generales y que, sin embargo, están preocupados, algunos de ellos incluso alarmados, como consecuencia de la ruptura de los consensos que el Gobierno de Zapatero ha realizado".
La cuestión que nos debe aclarar Gallardón es si considera "moderados" o, por el contrario radicales a los ciudadanos que se sienten "preocupados, incluso alarmados" ante la deriva de este Gobierno. Lo que debe explicar Gallardón es si es el PP, o por el contrario el PSOE, el partido que debe moderarse y volver a los consensos que su partido nunca ha repudiado.
Claro que el PP debe "ilusionar al mayor número posible de votantes", pero no lo logrará nunca con medias tintas ni aproximando su discurso al de sus contrincantes, tal y como postula este "verso suelto" del PP, que bien podría aplicar un poco de moderación a sus desatadas ambiciones políticas.
