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EDITORIAL

De Zarrías a Durán, la perpetuación de un régimen

Si la conducta de los socialistas andaluces resulta escandalosa, no menos lamentable es la manera en que el PP está actuando en este grave asunto.

Gaspar Zarrías ha declarado este jueves ante el Tribunal Supremo y, al igual que hicieron Chaves y Griñán, ha manifestado su absoluto desconocimiento de los ERE escandalosamente tramitados por la Junta de Andalucía. Los dos presidentes de la comunidad autónoma y el consejero y vicepresidente plenipotenciario de cuando se produjo el mayor saqueo de fondos públicos de la historia reciente de España no vieron en ningún momento nada sospechoso que les llevara a plantearse la necesidad de comprobar el destino del ingente caudal de dinero que durante una década estuvo repartiendo la Administración que ellos dirigían.

Casi mil millones de euros, según las estimaciones más ajustadas, desaparecieron de las arcas autonómicas delante de sus ojos, pero los máximos responsables políticos insisten en que, en todo caso, se trataría de hechos puntuales cometidos por personajes muy concretos, que habrían sorprendido en su buena fe a los dirigentes de la Junta de Andalucía.

Zarrías ha vuelto a hacer uso de la trampa dialéctica empleada en su día por sus amigos y correligionarios Chaves y Griñán al afirmar ante el magistrado que instruye esta causa en el Supremo que "no hubo ningún informe en el que se manifestara algún tipo de irregularidad en estas ayudas". En efecto, así fue; pero porque ya se encargaron ellos y sus subordinados de excluir del circuito administrativo el trámite de esas cuantiosas subvenciones. El propio Interventor general de la Junta avisó a los responsables políticos en repetidas ocasiones de la existencia de una partida presupuestaria –la famosa 31L– que, como definió el ex director general de Empleo y hoy imputado Javier Guerrero, se había convertido en un "fondo de reptiles", un mecanismo opaco con el que se financiaron todo tipo de tropelías sin el menor control documental.

Pero este escándalo sin precedentes, que involucra a la plana mayor del socialismo andaluz, no ha sido obstáculo para que el régimen implantado por los socialistas siga cubriendo etapas con total tranquilidad. De hecho, la escuela de Zarrías, Chaves y Griñán tiene en el flamante presidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Durán, un dignísimo continuador. Sólo hay que ver las cosas que sostiene en público este sujeto para hacerse una idea cabal del nivel ético, intelectual y político del que ya es la segunda autoridad de Andalucía.

Si la conducta de los socialistas andaluces resulta escandalosa, no menos lamentable es la manera en que el Partido Popular está actuando en este grave asunto. Su líder regional, Moreno Bonilla, sigue participando en las conversaciones para la sesión de investidura, ajeno a la comparecencia ante los tribunales de centenares de imputados, encabezados por los dos presidentes de la Junta mencionados. El PP andaluz parece hacerse acomodado al papel de comparsa en el régimen establecido por los socialistas. La única esperanza de los andaluces que abominan de este sistema corrupto y corruptor es que las nuevas fuerzas presentes en la política autonómica acaben con él algún día.

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