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EDITORIAL

Demasiados años de últimos coletazos

Zapatero carece ya de credibilidad en materia antiterrorista. Pero puede recuperar una parte disolviendo los ayuntamientos de ANV. Así es como se lucha contra ETA, y no leyendo declaraciones institucionales.

El miércoles suspirábamos de alivio por que el azar hubiese propiciado que la explosión de una furgoneta con trescientos kilos de explosivos se hubiera saldado sin víctimas. Ayer no hubo tanta suerte. ETA ha asesinado a dos guardias civiles. Dos personas que han muerto por España, pues contra España mata la banda asesina. Dos personas que pertenecían a un cuerpo al que los terroristas profesan un odio feroz, entre otras razones, por su magnífica labor en la lucha antiterrorista durante los cincuenta años de criminal existencia de ETA.

Después de tantos años, un nuevo atentado no debe desesperarnos, pero tampoco debemos concluir, como ha hecho una diputada balear, que esto no va a volver a pasar por la unidad de los demócratas. La unidad no sirve de nada si no cumple dos requisitos: que se produzca para apoyar una política que no otorgue concesiones de ningún tipo ni abra la puerta a negociación alguna, y que resulte creíble para todos, especialmente para los terroristas. Porque ETA mata para lograr unos objetivos políticos, y sólo cuando mueran sus esperanzas de sentar a la mesa de negociaciones al Gobierno de España dejarán de asesinar.

No han sido estos atentados, desgraciadamente, los "últimos coletazos" de ETA, como llevamos tantos años escuchando. Tiene razón Rosa Díez al reconocer que "en contra de lo que dicen algunos, ETA no está más débil que nunca". Conocer al enemigo es esencial para derrotarlo. Y no se conoce a quien se menosprecia, a quien se tilda de loco. Como explica el Grupo de Estudios Estratégicos, Rubalcaba sigue luchando contra la banda terrorista de 2004, y ETA ha cambiado mucho en estos años. Ha podido atentar en una isla, con las dificultades que eso presenta para una huida, y una isla además especialmente vigilada en verano por ser lugar de descanso del Rey. No, ETA no está en las últimas.

Bien está que el Gobierno haya regresado a la senda que jamás se debió abandonar: la de la lucha sin cuartel. Pero no es suficiente. Durante los primeros años de Gobierno de Zapatero se mintió una y otra vez sobre el proceso en el que se pretendió que el Estado se rindiera ante ETA. Sólo la valerosa actitud de las víctimas del terrorismo y la rebelión cívica que protagonizaron impidieron que ocurriera. Pero aún así se pagó un altísimo precio político permitiendo, entre otras cosas, que la banda regresara a las instituciones. Se atacó sin piedad a quienes denunciaron el proceso, se llamó "hombre de paz" al Otegi y ni siquiera su fracaso llevó a una derrota electoral.

¿Realmente alguien se cree que los terroristas pueden tomarse en serio la cara circunspecta de Zapatero afirmando que los criminales "pasarán su vida en la cárcel"? ¿O no es acaso más probable que recuerden a De Juana Chaos disfrutando de un paseo en San Sebastián gracias a que era "favorable al proceso de paz"?

El pacto antiterrorista tenía un significado claro que iba más allá de lo escrito: garantizaba que nunca se intentaría recorrer el falso atajo de la negociación. Que los dos únicos partidos con posibilidad de acceder al Gobierno se comprometían a no hacerlo jamás. Aquello sí hizo daño a ETA, porque afectó a sus esperanzas de alcanzar sus objetivos. Pero la traición de Zapatero obliga ahora a redoblar esfuerzos por recuperar la credibilidad que entonces se alcanzó.

Quizá no se consiga en muchos años, pero lo que está claro es que no se puede lograr sin caminar en la dirección adecuada. ETA sigue gobernando en numerosos ayuntamientos vascos, que aún no han sido disueltos pese a que tanto la ley como el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo lo permiten. Aun existen jueces como Pedraz campando por sus anchas en la Audiencia Nacional, dejando que sus prejuicios progresistas se impongan sobre el sentido común y, sobre todo, la ley.

Las palabras de condena son necesarias y nunca deben faltarnos, pero el Gobierno, que es el que tiene capacidad para actuar, no debe limitarse a ellas. Debe hacer lo que esté en su mano, que es mucho. Policialmente, sí, pero también por otras vías. Zapatero carece ya de credibilidad en materia antiterrorista. Pero puede recuperar una parte disolviendo los ayuntamientos de ANV. Así es como se lucha contra ETA, y no leyendo declaraciones institucionales.

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