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EDITORIAL

Dolors Nadal o una diputada sin complejos

A veces no hay nada más temerario ni irresponsable que no atreverse.

Decía Julián Marías, en una frase que no nos cansaremos de repetir a nuestra acomplejada derecha, que "una estimación tibia ante lo que merece entusiasmo es un error; un mohín de displicencia o leve desagrado ante lo repugnante es una cobardía"

La diputada popular Dolors Nadal no ha reaccionado, precisamente, con inoportunas "medias tintas" ante la repugnante cobertura y justificación políticas que el ministro Montilla ha brindado al liberticida y violento acoso padecido por los miembros del PP catalán durante la campaña del Estatuto. En su comparecencia del pasado miércoles en el Congreso, Nadal ha exigido al ministro que "pida perdón o que se vaya con sus matones", al tiempo que le ha recordado el escandaloso trato de favor de La Caixa por el que el PSC "se ha embolsado mil millones".

Con la desvergonzada hipocresía de quien aún pretende ser el injustamente ofendido, tanto Montilla, como López Garrido, como el propio presidente del Congreso, Manuel Marín, han exigido una rectificación a Nadal por sus acusaciones, que la diputada catalana no sólo se ha negado a dar, sino que ha exigido que consten en el diario de sesiones. Aunque una golondrina no haga verano, con este valiente gesto, Nadal ha impedido que los socialistas le den la vuelta a la tortilla. Y es que a veces no hay nada más temerario ni irresponsable que no atreverse.

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