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EDITORIAL

El Apocalipsis según Al Gore

Lo cierto es que si por algo se caracteriza el borrador del informe científico del IPCC, que visto lo visto parece el texto más de fiar, es por reducir aunque sea levemente algunas de las conclusiones más alarmistas de los tres informes anteriores.

La visita de Al Gore a nuestro país ha servido para que la desmedida histeria ecologista a raíz de la presentación del "resumen para políticos" del cuarto informe del IPCC, el grupo de la ONU encargado de estudiar el calentamiento global y sus posibles efectos, se haya alargado una semana más. Aparte de eso, no parece haber servido de nada, pues sus palabras no se han diferenciado mucho de las que un predicador dedicaría a una congregación que ya tienen fe. Eso sí, nos ha permitido contemplar una vez más la idea que tiene Zapatero de la educación, que consiste en que los niños deban "descubrir por sí mismos" la geometría o la ortografía, pero sean adecuadamente adoctrinados con un documental catastrofista y que falsea los datos y la ciencia.

La escasa fiabilidad del documento presentado en sociedad la semana pasada se demuestra por el hecho de que haya sido elaborado por políticos, no por científicos, aunque se hayan basado en principio en el borrador del informe científico que se presentará en mayo. Y como ejemplo de la manera viciada que tiene la ONU de hacer las cosas, ese borrador con las conclusiones de los científicos, según las reglas del IPCC, podrá ser modificado para "ser consistente" con el documento político. Toda una demostración de cómo el debate científico sobre el calentamiento global "ha terminado", como afirmaba El País haciendo una profesión de fe incompatible con la ciencia.

Lo cierto es que si por algo se caracteriza el borrador del informe científico del IPCC, que visto lo visto parece el texto más de fiar, es por reducir aunque sea levemente algunas de las conclusiones más alarmistas de los tres informes anteriores. No parece que la Antártida se vaya a derretir, como sugería Gore en su sensacionalista documental –que ahora verán los niños de toda España obligados por Zapatero– al mostrar el 2% de la superficie del continente helado que se está calentando pero ocultando el hecho de que el 98% restante se enfría. Así pues, se predice que la subida del nivel de mar será mucho menor de lo que se decía hasta ahora, y desde luego mucho más pequeña que los seis metros que el Apocalipsis producido por Gore y bendecido por Zapatero mostraba. El famoso gráfico del "palo de hockey", que mostraba una falsa historia de la temperatura durante el último milenio en la que ésta se mantenía estable hasta una espectacular subida en el siglo XX, parece que ha desaparecido.

No obstante, quizá lo más importante a la hora de evaluar las conclusiones de este y otros informes similares es el mundo de sombras en el que se mueve la climatología. Es una ciencia que estudia un sistema complejo en el que múltiples variables se correlacionan de forma caótica. Así pues, aunque el efecto directo del aumento de CO2 sobre la temperatura de la Tierra sea conocido, lo que se desconoce son los efectos que pueda tener sobre todas las demás variables, y si esos efectos mitigan o empeoran el pequeño calentamiento que produce el dióxido de carbono. De modo que se establecen hipótesis que se introducen en ordenadores en forma de modelos climáticos, que se ejecutan para ver los resultados durante los próximos decenios. Sin embargo, esos modelos siguen sin ser otra cosa que hipótesis y, de hecho, los modelos propuestos en anteriores informes del IPCC han fallado en el intervalo transcurrido desde su publicación.

La climatología ha tenido durante estos últimos años, y gracias al estudio del calentamiento global, un tremendo auge, pero aún sigue en pañales. Sin embargo, nos quieren hacer creer que ya está todo dicho y que ha llegado el momento de actuar. Esa es la tesis de Chirac, que considera el protocolo de Kioto como un "instrumento genuino de gobierno global". Y esa es realmente la única utilidad de semejante aquelarre, pues su aplicación estricta no reduciría más que en unas centésimas de grado la temperatura global pero, eso sí, sirve para dar más poder a los políticos.

No obstante, si realmente la amenaza del calentamiento es algo tan serio (el principal problema de la humanidad, según Gore) y existe tanta certeza al respecto como afirman, cabría comprobar la sinceridad de sus defensores proponiendo el uso de la energía nuclear como alternativa a la energía extraída de los combustibles fósiles, y la única que puede servirnos de sustituto en el nivel tecnológico actual. Ciertamente, esta fuente energética presenta el problema de los residuos, pero sin duda es algo menor frente al apocalipsis que nos pintan. Pero no verán a ningún ecologista "rojiverde" –ni a Zapatero– defendiendo esa opción. Señal de que ni ellos se lo acaban de creer.

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