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EDITORIAL

El canon digital y las elecciones

La cultura no va a desaparecer por las descargas de Internet ni por la supresión del canon. Lo único que cambiarán serán los modelos de negocio que compensen el esfuerzo de crearla.

Puede parecer intrascendente la reunión de urgencia que ha convocado el Grupo Popular en el Congreso este lunes para determinar su postura en el asunto del canon digital. Pero no lo es. El problema preocupa a mucha más gente de la que parece, y puede ser un banderín de enganche electoral, especialmente entre esos jóvenes que tanto se le resisten al PP. Pero para convencerlos es necesaria la claridad que ha mostrado Mariano Rajoy, sin que lo contradigan tesis distintas como las de la diputada Rodríguez Salmones. Por eso es imprescindible que los populares voten en el Congreso lo mismo que en el Senado.

No cabe duda de que el canon supone una injusticia para quienes lo pagan, a los que se presupone culpables de emplear sus aparatos y soportes digitales para copiar obras protegidas con derechos de autor; algo que necesariamente choca con nuestro concepto occidental de la Justicia, el que se resume en aquello de que se es inocente hasta que se demuestre lo contrario. La cultura no va a desaparecer por las descargas de Internet ni por la supresión del canon. Lo único que cambiarán serán los modelos de negocio que compensen el esfuerzo de crearla. De hecho, parece que al fin la propia industria discográfica se está dando cuenta, especialmente EMI, que es la primera de las cuatro grandes en cambiar de manos y ser dirigida por personas sin el lastre de estar acostumbrados a la forma de hacer negocios de las últimas décadas.

Las quejas de la SGAE y los manifiestos de los artistas deben tomarse como lo que son: la protesta de un grupo de presión que pretende seguir viviendo de ingresos obtenidos por otras industrias, en lugar de buscar la mejor manera de ganar dinero conviviendo con los adelantos tecnológicos. El PP, además, debería tomar nota de que no es un grupo de presión especialmente afín a sus intereses, sino todo lo contrario. Cuanto más tiempo y esfuerzo hayan de dedicar a ganarse el pan, menos emplearán en colaborar con el "cordón sanitario"; concepto que, por cierto, inventó uno de esos artistas que ahora le piden al PP que haga caso omiso a sus votantes y les siga manteniendo sus privilegios. Hacerles caso no sólo sería una equivocación. Sería una estupidez. Y nadie quiere votar a unas personas que hacen semejantes tonterías.

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