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EDITORIAL

El cobro de los mil millones

No se puede esperar del nacionalista catalán, a fuer de charnego, Montilla otra cosa que no sea el uso del enorme poder que le confiere la regulación energética para convencer a los accionistas de que, después de todo, quizá sea mejor vender.

Las veinte condiciones impuestas por el gobierno para autorizar la OPA de Gas Natural sobre Endesa se pueden resumir en la decimocuarta en la lista: "a los efectos de las condiciones anteriores, se entenderá que Gas Natural está formado por Gas Natural SDG S.A. y las empresas controladas por ella". El esfuerzo de cumplirla es equivalente al que tendrá que asumir la empresa distribuidora de gas para que la OPA cuente con la bendición del gobierno. Que tras el dictamen del "tribunal" del ramo, la vicepresidenta pretenda convencernos de que la operación fomentará la competencia no deja de ser un sarcasmo innecesario que podrían habernos ahorrado.

En general, la actitud más razonable ante una maniobra como la de la gasista es la indiferencia absoluta. Desgraciadamente, no tuvieron que pasar muchos días después de su anuncio para que se viera con claridad que esta OPA no era una operación económica sino política. Ya en el pacto del Tinell venía precisada la intención de "actuar desde la Generalidad" para impulsar la creación de "operadores catalanes" en "sectores estratégicos" entre los que estaba, naturalmente, el energético. Maragall lo explicitó más aún al animar a sus correligionarios asegurando que "irá adelante el cava, la OPA, el Estatuto...". Pero el apoyo con más peso ha sido el del propio presidente Zapatero, comprando a Durao Barroso el precio necesario para que la Comisión Europea se inhibiera.

La OPA dependerá, a partir de ahora, de las decisiones de los accionistas de Endesa. Es evidente que el precio de 21,30 euros por acción es ridículo cuando ésta supera actualmente ya los 25 y se estima que subirá durante la primera mitad de año dos euros más, especialmente cuando se pagaría dos tercios de esa cantidad con acciones de Gas Natural. Dado que el tamaño de esta empresa es mucho menor que el de Endesa, la oferta sólo ha podido hacerse combinando un gran esfuerzo financiero, el pago con papelitos y la venta a Iberdrola de buena parte de los activos de la eléctrica. Si tuviera que subir la oferta hasta un precio que justificara la venta por parte de los accionistas, necesitaría endeudarse fuertemente, lo que devaluará el valor de la empresa resultante de la OPA y, con ello, el precio de las acciones con las que lo paga en una buena parte.

Podría pensarse, por tanto, que pese a haber mostrado que el interés general le importa poco, la decisión del gobierno tiene la ventaja de que permite que el mercado se pronuncie, porque éste sólo puede hacerlo en contra. Sin embargo, es de temer que la promoción de la OPA por parte de Montilla no se quede aquí. La teoría de crear un "campeón nacional" de la energía que pueda competir de tú a tú con los gigantes mundiales, según afirmó Zapatero, nunca pudo sostenerse; Gas Natural tendrá que vender buena parte de Endesa para poder pagar la compra, y quizá la empresa resultante sea aún más pequeña que la eléctrica. La única razón tras este operación es regalar a los nacionalistas catalanes el control de una gran empresa energética española. No se puede esperar del nacionalista catalán, a fuer de charnego, Montilla otra cosa que no sea el uso del enorme poder que le confiere la regulación energética para convencer a los accionistas de que, después de todo, quizá sea mejor vender. De alguna manera tendrá que pagar la condonación de mil millones al PSC.

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