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EDITORIAL

El desafío del PSC

El PSC debe abandonar de una vez por todas la política de sometimiento al nacionalismo, que lo está destrozando por fuera y por dentro.

Los tres diputados felones del PSC persisten en su felonía y se niegan a abandonar el escaño que ocupan en el Parlamento autonómico catalán por la sola razón de que así lo decidió la dirección del partido al que están traicionando tan flagrantemente.

Marina Geli, Joan Ignasi Elena y Núria Ventura no son de fiar, y merecen ser inmediatamente expulsados del partido al que tanto daño están haciendo. A Pere Navarro no debe temblarle el pulso, por respeto a sí mismo, a su partido y a sus votantes.

El PSC debe desprenderse de su facción nacionalista y abandonar de una vez por todas la política de sometimiento al nacionalismo, que lo está destrozando por fuera –en forma de sangría de votantes– y por dentro. "El PSC será un partido minoritario si no se refunda", dice Geli. No, el PSC será un partido marginal si sigue tragando a Geli y a la gente como Geli, auténtica quinta columna al servicio del nacionalismo en un partido que no sería absolutamente nada sin sus bases obreras del cinturón barcelonés, conformadas por catalanes oriundos o descendientes de españoles de otras regiones del país, los grandes damnificados por los distintos Gobiernos autonómicos catalanes, también por los del socialista nacionalista Pasqual Maragall y por los del acomplejado y vergonzante José Montilla.

El PSC tiene la oportunidad de hacer de la necesidad virtud y refundarse, como pide Geli; pero para ser justo lo que la desleal exconsejera no quiere que sea: un partido firmemente comprometido con Cataluña y con España, que aspire a ser una auténtica alternativa de Gobierno en el Principado. Si la desaprovecha, sucumbirá, y serán pocos los que lo lamenten: partidos como Ciudadanos están perfectamente capacitados para desempeñar esa función y ocupar ese espacio.

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