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EDITORIAL

El eje liberticida Madrid-Quito-Caracas

Estos son los sujetos que pretenden regenerar la democracia española.

Los dirigentes de Podemos han dedicado muchos esfuerzos a borrar el rastro de sus labores de asesoría para la tiranía chavista, que les reportaron unas cantidades muy importantes de dinero cuyo destino exacto está siendo investigado por las Fuerzas de Seguridad. Iglesias y los suyos tratan de hacer olvidar sus vínculos con los infames regímenes bolivarianos, que han arrasado los países que han tenido la desgracia de padecerlos. Pero no lo tienen fácil, porque ellos mismos han presumido hasta ayer mismo de ser lo que siguen siendo: hermanos ideológicos de personajes estrictamente impresentables como Nicolás Maduro.

Los lazos de los cabecillas de la formación comunista española con el bolivarianismo no son, ni mucho menos, cosa del pasado, como hemos denunciado en Libertad Digital. El Celag, Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, es la organización a través de la cual dirigentes de Podemos siguen colaborando con los regímenes liberticidas del otro lado del Charco.

El nacimiento de esta organización se produce a comienzos de 2014, un momento muy significativo, porque fue también el de la eclosión podemita. La vinculación es evidente: Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero son miembros fundadores de su Consejo Consultivo. Junto a ellos, otros altos cargos de Podemos figuran entre los responsables de una entidad que colabora activamente con los regímenes de Venezuela, Bolivia y Ecuador en la promoción del totalitarismo marxista en toda Hispanoamérica.

Hay fuertes sospechas sobre el papel chavista en el surgimiento de Podemos. Eso es algo que deberá dilucidar la Justicia española, puesto que la legislación sobre financiación de partidos prohíbe taxativamente recibir financiación de Gobiernos extranjeros. Ahora bien, lo que resulta innegable es el vínculo estrechísimo de los cabecillas de la formación comunista española con los regímenes y movimientos que están destrozando países como Venezuela.

Estos son los sujetos que pretenden regenerar la democracia española. Su pasado y su presente los descalifica por completo para semejante empresa, en la que, desde luego, no cree ninguno de ellos. A ellos lo que les gustaría sería dinamitar el Estado de Derecho y erigir engendros como los que padecen en Venezuela, Bolivia o Ecuador, engendros que han sostenido con fanático entusiasmo.

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