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EDITORIAL

El espejismo de la recuperación

La recuperación no pasa ni por mantener los "estímulos", como propone el PP con respecto al Plan 2000 E, ni por aumentar los impuestos como defiende populistamente UPyD. Las recetas de los socialistas de todos los partidos no nos sacarán de ésta.

Ya hace más de un año desde que varios miembros del Gobierno –especialmente Elena Salgado y Miguel Sebastián– idearon aquel pronóstico tan cargado de propaganda y tan falto de rigor analístico como eran los "brotes verdes". A mediados de 2009 se nos decía que lo peor ya había pasado y que a partir de ese momento todo serían buenas noticias para nuestra economía.

Pero desde entonces no sólo es que el número de parados haya seguido creciendo a velocidades intolerables en cualquier otro país desarrollado, sino que nos hemos encontrado, al menos en dos ocasiones, en serias dificultades para atender nuestros compromisos externos como país, hasta el punto de que los Estados de la zona del euro tuvieron que acudir a nuestro rescate con un fondo de 750.000 millones de euros.

Ahora, tras un tenso mes de mayo y tras varios planes de choque para reconducir nuestro déficit y flexibilizar en algo nuestro mercado laboral, parece que las aguas están volviendo a su cauce. El diferencial con la deuda alemana se ha estabilizado en torno a los 150 puntos básicos y la economía parece haber salido de la recesión, aunque sea con cifras de crecimiento más bien raquíticas. Ayer conocimos que en el segundo trimestre del año, el PIB español había crecido, con respecto a los tres primeros meses de 2010, un 0,2%. Poco pero suficiente para que algunos ya puedan sostener que nos encontramos en el camino hacia otra década prodigiosa.

Sin embargo, convendría ser más cauto a la hora de leer e interpretar los datos. Es posible que mucha gente esté en la necesidad de aferrarse a un clavo ardiendo e interprete cualquier cifra no catastrófica como una señal inequívoca de bonanza. No obstante, si escudriñamos el origen de ese 0,2%, veremos que tiene dos motivos fundamentales: las compras anticipadas con motivo de la próxima subida del IVA y los mal llamados programas de estímulo público. Es decir, una de las patas del "crecimiento" ya no estará presente en el tercer trimestre y la otra es sólo una forma de maquillar estadísticas que ya no nos podemos permitir a menos que queramos afrontar una bancarrota nacional.

Por hacernos una idea, en Estados Unidos llevan semanas hablando de una posible crisis en forma de "W" una vez el manirroto Obama deje de despilfarrar el dinero de todos los ciudadanos; es decir, los estadounidenses temen una recaída en la recesión después de un transitorio crecimiento intermedio como consecuencia del estímulo ficticio del gasto público. Pero lo cierto es que su economía ha crecido en el segundo trimestre un 0,6%, es decir, tres veces más que nosotros (por no hablar del primer trimestre, cuando crecieron casi 10 veces más que España).

Lo cierto es que los enormes, insostenibles y contraproducentes déficits públicos en los que ha incurrido el Ejecutivo de Zapatero para evitar la liquidación de las malas inversiones apenas han logrado mantener la expansión de nuestro PIB en el 0%. Es decir, aquí no hemos tenido la ocasión de hablar siquiera de crisis en forma de W, pues nos hemos mantenido en todo momento en una depresión a la japonesa en forma de L: caída libre y estancamiento hasta que la economía se reestructure (en el país del Sol naciente, el Gobierno lleva ya 20 años bloqueando la catarsis).

Y ése, la reestructuración de nuestra economía, es precisamente el reto que tenemos por delante: que las empresas que ya no generan valor cierren para que abran las que puedan generarlo en estos nuevos tiempos. Pero para ello necesitamos ahorrar: primero hemos de amortizar gran parte de la deuda que hemos acumulado durante la última década y luego debemos dedicarnos a invertir en nuevos proyectos empresariales para poder crear empleo. Una condición que desde luego no pasa ni por incrementar el gasto público para mantener los planes de estímulo, como propone el PP con respecto al Plan 2000 E, ni por aumentar los impuestos como defiende populistamente UPyD. Es decir, las recetas de izquierdas que blanden los socialistas de todos los partidos no nos sacarán de la crisis, pues sólo contribuyen a esquilmar, aún más, el exiguo ahorro de la ciudadanía; más bien, sólo conseguirán que la ansiada recuperación se aleje cada vez un poco más.

En Libre Mercado

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