Ya antes de que Zapatero accediera al poder de tan accidentada forma –según su propia forma de hablar–, advertíamos que la economía española necesitaba reformas si no queríamos que el final del ciclo nos cogiera mal preparados. Después de seis años de duro trabajo de modernización y liberalización, hemos tenido otros seis de completa parálisis. Las medidas que se han adoptado desde entonces han sido escasas y, en algunos casos, contraproducentes. Solbes se ha limitado a intentar mantener en vigor las reformas de los gobiernos de Aznar, a veces sin éxito, y Zapatero a alardear de unos éxitos que no eran más que herencia e inercia. De modo que es natural que ahora, cuando empiezan a llegar las vacas flacas, todos vuelvan su mirada al Ejecutivo.
Es cierto que la inflación tiene en buena parte su origen fuera de nuestras fronteras. Pero como ha recordado el líder de Izquierda Unida, en la que probablemente sea su única intervención sensata en materia económica desde que entró en la política, eso no explica que en España ese "impuesto injusto y expropiatorio" que es la inflación haya crecido mucho más que en el resto de la Unión Europea. Solbes ha intentado echar la culpa a anteriores gobiernos al mencionar nuestra brutal dependencia energética. Pero fue el PSOE el que declaró en su día la moratoria nuclear y es su Gobierno el que ha cerrado la central de Zorita y planea hacerlo con Garoña si vuelve a ganar las elecciones, aumentando el problema.
Algo sucede cuando partidos tan diferentes ideológicamente como PP, CiU o IU coinciden en reprochar al Ejecutivo su inacción ante este problema. Y es que aunque el Gobierno socialista pudiera refugiarse en el argumento vendible, pero falso, de que hasta ahora lo ha hecho bien, los Presupuestos del año que viene son justo los contrarios a los que cabría esperar de un Gobierno dispuesto a combatir la inflación. Eso sí, son muy propios de quien planea ganar las elecciones derrochando nuestro dinero. Esperemos que el PP sepa explicárselo a los ciudadanos.
