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EDITORIAL

El Gobierno no lucha “contra los elementos”

Los atascos tienen solución política y la tienen, claramente, en la inversión en infraestructuras

El malestar ciudadano por el monumental atasco de más de 14 horas sufrido por miles de conductores en la A-3 el pasado lunes, se ha venido a sumar a la, por ahora, inextinguible indignación ciudadana por la clamorosa incompetencia que impidió que un incendio conllevara tan trágicas consecuencias como las sufridas en Guadalajara.
 
Si traemos a colación hechos de tan diferente gravedad, es porque las explicaciones dadas desde el gobierno este martes, han coincidido en tratar ambas cuestiones como si se trataran de esas inexorables fatalidades ante las que no cabe exigir responsabilidad política alguna. Si la ministra de Medio Ambiente ha asegurado que “ningún medio hubiera podido detener la tragedia” en Guadalajara, desde la Dirección General de Tráfico, su subdirector ha propuesto el transporte público como “alternativa” a unos atascos que, según él, son “inevitables”.
 
Si a Felipe II, tras el fracaso de la Armada Invencible, se le atribuye la frase de “No envié mis barcos para luchar contra los elementos”, la ministra de medio Ambiente nos ha hablado del “cambio climático”, de la “sequía, el calor y el viento” como elementos que habrían hecho imposible, según ella, evitar un incendio de tan letales dimensiones como el sufrido en Guadalajara.
 
Ya nos dirá la ministra, en mejor ocasión, qué tendrá que ver la sequía o el viento con la decisiva tardanza en decretar el nivel de alerta 2, que no llegó hasta que se supo que habían muerto once miembros del retén contra incendios. Ya nos dirá que tendrán que ver los “elementos” con la clamorosa falta de coordinación entre las distintas administraciones públicas, o con el hecho de que las autoridades de Castilla-La Mancha no atendieran o rechazaran la ayuda que rápidamente se les ofreció desde la Comunidad de Madrid y de Valencia.
 
Claro que, si “ningún medio hubiera podido evitar la tragedia”, de nada hubiera servido aceptar tales ofrecimientos. Pero en tal caso, ¿hemos de pensar que el plan que el gobierno acaba de hacer público en pro de la prevención y extinción de incendios es tan estéril como parece? ¿Va a ser también tan impotente como ha demostrado serlo aquel plan contra incendios que, a bombo y platillo, nos anunció el gobierno el pasado mes de junio?
 
Evidentemente, un incendio, cuando no es provocado, tiene un componente aleatorio y accidental del que no cabe reprochar nada al gobierno. Sin embargo, en los sucesos aleatorios rige la ley de probabilidad, y que no se produzcan incendios, en verano y en un país como España, es algo tan improbable como que, de repente, se nos hunda un petrolero extranjero frente a nuestras costas. El grado de previsión y de capacidad de extinción exigibles, en el primer caso, deben ser mucho mayor.
 
En cuanto al histórico atasco que ha batido records en una autovía que, como la A-3, los sufre a menudo, cabe reprochar al ministro del Interior que no haya dado la cara ante los periodistas y, en su lugar, haya enviado al segundo en la DGT. Federico Fernández ha asegurado que estaban activadas todas las dotaciones exigibles. Demos el beneficio de la duda al Subdirector a este respecto, a pesar de que, también desde Trafico, se anunció el pasado mes de mayo, durante un puente similar al del pasado fin de semana, que estarían movilizados 8.000 efectivos y luego hubo días en que “no se llegaban a los 4.300”, tal y como se acaba de denunciar desde la Asociación de Automovilistas Europeos.
 
En lo que, desde luego, no podemos convenir es en que los atascos sean una fatalidad que no ofrece más alternativa que la del uso del transporte público. Y no lo admitimos, en parte, por lo que ha venido a reconocer el propio subdirector de trafico. A saber, que la A-3 da servicio a toda la costa desde Benicarló -límite entre Castellón y Tarragona- hasta el Cabo de Gata”. Efectivamente esta es una carretera que da servicio a más de 730 kilómetros de litoral y cualquier automovilista que partiendo desde Madrid quiera ir a una zona comprendida entre Castellón y Murcia tiene que salir por esa carretera y aguantar en ella hasta la primera desviación que se produce a 170 kilómetros de Madrid. Los tapones, tanto a la ida como a la vuelta, serán "inevitables" a niveles de competencia de la Dirección de Tráfico, no desde luego a nivel de Gobierno.
 
Ya desde antes de la llegada del PSOE al poder, se había hecho evidente la necesidad de mejorar las comunicaciones entre la capital de España y sus principales destinos turísticos, como son las comunidades levantinas. Sin embargo, el gobierno de ZP y Carod-Rovira, no contento con negarles los trasvases de agua –un “elemento” que, dicho sea de paso, bien podría combatir la sequía de la que nos hablaba la todavía ministra de Medio Ambiente-, ha reducido los gastos estatales en infrestructuras destinadas a las autonomías gobernadas por el PP.
 
Sin embargo, resulta evidente que, por supuesto, los atascos tienen solución política y la tienen, claramente, en la inversión en infraestructuras. El gobierno no asume la responsabilidad que le atañe en este asunto, mientras se excusa en los “elementos” ante el incendio de Guadalajara. Ya veremos cómo explica el gobierno socialista que más de 200 afectados por el negligente hundimiento del Carmelo sigan viviendo en Hoteles seis meses después. ¿Cosas también del cambio climático?

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