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EDITORIAL

El Nobel de Literatura se reivindica

Si bien hay premios que elevan al laureado, también hay premiados que otorgan prestigio al galardón. Y no cabe duda de que cualquier premio de literatura que se precie debería sentirse honrado de poder contar con Vargas Llosa en su elenco.

Los Premios Nobel de la Paz y de la Literatura llevan mucho tiempo deslizándose en el descrédito. El primero, especialmente, se ha convertido en la forma predilecta en que los progres europeos se premian a sí mismos a través de personas interpuestas. Gente como Al Gore u Obama, sin méritos conocidos en ninguna lucha por la paz, se llevaron el galardón únicamente por participar de una ideología con la que están de acuerdo los parlamentarios noruegos que otorgan los premios. Así como el Premio Sájarov del Parlamento Europeo ha logrado en general mantenerse a buen nivel, a día de hoy recibir un Nobel de la Paz es más bien un descrédito.

Pero dado que el de la Paz es un premio político, cabe entender que se haya desvirtuado por motivos ideológicos. Menos comprensible, sin embargo, ha sido la deriva sufrida por el Nobel de Literatura. Durante los últimos años ha parecido que sólo un impecable perfil izquierdista, especialmente si era de la rama totalitaria, era suficiente para recibir un galardón que siempre echará en falta entre sus premiados a Jorge Luis Borges, excluido por apoyar la dictadura de Pinochet en los mismos años en que se concedía a Gabriel García-Márquez, cuyo apoyo a la tiranía castrista era y es bien conocido.

Porque si bien hay premios que elevan al laureado, también hay premiados que otorgan prestigio al galardón. Y no cabe duda de que cualquier premio de literatura que se precie debería sentirse honrado de poder contar con Vargas Llosa en su elenco. El autor de Conversación en La Catedral, La ciudad y los perros, La fiesta del Chivo, La Casa Verde, La guerra del fin del mundo y tantas y tantas obras maestras no podía ser relegado por quienes olvidaron a Tolstoy, Twain, Proust, Joyce o Kafka pero decidieron que Darío Fo merecía un lugar en el Olimpo de las letras. Esperemos que no sea un acto aislado y el Nobel de Literatura recupere el prestigio perdido estos últimos años.

Pero además de felicitarnos por Vargas Llosa, por el Nobel y por la literatura, en Libertad Digital nos alegramos especialmente. En un mundo donde ser un intelectual comprometido se ha convertido en sinónimo de comprometido con la izquierda, y cuanto más totalitaria mejor, Vargas Llosa no sólo ha defendido el liberalismo al que arribó tras una juventud –como tantas– de izquierdas, sino que incluso llegó a presentarse a unas elecciones donde se convirtió en la única esperanza de que el despotismo no se asentará en su Perú. Además, Vargas Llosa acudió a las primeras Jornadas Liberales Iberoamericanas y colaboró en el primer número de La Ilustración Liberal, de donde germinaron primero este diario digital y luego Libertad Digital TV y esRadio.

Si el apoyo a la tiranía no debería reducir los méritos de un artista, el compromiso con la libertad debería acrecentarlos. Nuestra enhorabuena a Mario Vargas Llosa.

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