A pocos kilómetros de los restos del Carmelo, Maragall, Chirac y Zapatero han protagonizado un acto que simboliza bien las razones por las que muchos votarán no en el plebiscito que se nos avecina. En él hemos escuchado alabanzas a la identidad catalana, la excusa que alegan los socios del presidente para oponerse a la constitución. El socialista, porque evidentemente venía muy a cuento, ha vuelto a utilizar la oposición a la guerra de Irak para hacer campaña por el sí, cuando sus comunistas compañeros de aquella pancarta apoyan el no. Zapatero ataca al PP, su principal y equivocado aliado en esta campaña, y alaba a sus socios, supuestamente sus rivales en este referéndum.
Mientras tanto, Schroeder se recuperaba en Alemania de una oportuna gripe que no le ha impedido acudir a visitar el puerto de Lübeck y la casa-museo de Günter Grass. Padezca o no de la enfermedad oficial del mitin, no resulta muy halagador para el presidente del gobierno que uno de sus principales aliados decline su invitación mientras prosigue con su agenda local de visitas. El fracasado mitin –pues de un mitin se trata, y no tanto de apoyo a la constitución como al mismo Zapatero– ha dejado claro la creciente soledad internacional de nuestro presidente. Algo que debería alborozar a todos quienes nos oponemos a su forma de gobernar, si no fuera porque su aislamiento es el aislamiento de España.
