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EDITORIAL

El PP no debe esconderse

Mariano Rajoy no tiene un problema, no tiene nada que esconder, lo tienen los que le lanzan huevos, y eso ha de denunciarlo sin complejos

Aunque los medios nacionales lo dulcifiquen y la prensa local lo ignore, la situación en Cataluña es en extremo preocupante. Desde que dio comienzo la campaña del referéndum, el cerco a los dos partidos no nacionalistas –Partido Popular y Ciudadanos de Cataluña– no ha hecho sino cerrarse hasta alcanzar límites asfixiantes. No ha habido día sin noticias de abucheos, intentos de agresiones y agresiones consumadas de sus representantes.
 
Esto, que por anormal, debería abrir todos los telediarios y ser portada de todos los periódicos, está pasando casi desapercibido. Influye el hecho de que, en Cataluña, la prensa está amaestrada desde hace décadas, pero lo determinante es el irritante comportamiento de PSOE y CiU, que, más que abstenerse, están jaleando desvergonzadamente a los violentos. Ningún político catalán ha denunciado abiertamente la campaña de acoso que padecen estas dos formaciones, sino todo lo contrario, culpan al agredido de los males que le afligen.
 
En tal tesitura, en la que la democracia no es más que un espejismo y palabrería vacía en boca de políticos de saldo, es cuando tanto el PP como Ciudadanos deben dar su do de pecho y plantarse ante los liberticidas que quieren privarles del derecho más elemental en una democracia: el de expresarse. Esconderse, tal y como viene haciendo el PP desde hace dos días, lleva sólo a legitimar a los intolerantes. Mariano Rajoy no tiene un problema, no tiene nada que esconder, lo tienen los que le lanzan huevos, y eso ha de denunciarlo sin complejos, utilizar la fuerza de la razón para que toda España, incluyendo Cataluña, sepa a qué dedican sus ratos de ocio los pupilos del nacionalismo gobernante.
 
Es demasiado lo que se ventila en estos momentos como para que el único partido de oposición haga mutis por el foro. No se lo puede permitir, ni él ni los diez millones de ciudadanos que le dieron su voto hace dos años. El PP no es un partido clandestino y no puede comportarse como tal. La opción que Rajoy ha ido a defender a Cataluña es tan válida como la que patrocina el nacionalismo en sus dos variantes. Tiene que explicárselo a los catalanes y, si unos bárbaros tratan de impedírselo, denunciarlos enérgicamente, a la vista de todos.
 
Si el líder del PP se emboza y quita hierro a los que han hecho de la intimidación política un oficio muy rentable, los catalanes que confían en él y en su proyecto se verán, irremediablemente, desamparados. Rajoy, a fin de cuentas, viaja a Cataluña de tanto en tanto, ellos están siempre ahí, sometidos al desprecio, el insulto y la muerte civil que les ha preparado el nacionalismo. Se merecen algo más, se merecen, por ejemplo, que, en una Cataluña batasunizada, sus líderes se comporten con la misma entereza que en el País Vasco.

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