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EDITORIAL

El 'Prestige' y el contaminante agitprop de la izquierda

El único chapapote que persiste es la falaz propaganda de una izquierda dispuesta a todo con tal de desbancar a su adversario político.

Por fin la Audiencia Provincial de La Coruña ha emitido sentencia en el caso Prestige. Sólo ha resultado condenado uno de los tres acusados, el capitán del buque: nueve meses de prisión por un delito de desobediencia a la autoridad; en cambio se ha absuelto al jefe de máquinas y al ex director general de la Marina Mercante, a los que se pedía responsabilidades por delitos contra el medio ambiente y daños provocados por el hundimiento del petrolero, en noviembre de 2002.

Puede llamar la atención que el tribunal considere probado un fallo estructural en el petrolero "cuyo origen nadie puede precisar", así como un "mantenimiento deficiente" del mismo, pero que sólo condene al capitán por desoír las órdenes de las autoridades españolas a la hora de facilitar el remolque del barco desde que se produjo la primera avería y la fuga del fuel. Sin embargo, esa contradicción sólo lo es en apariencia, habida cuenta de que un fallo estructural de origen indetectable o un mantenimiento deficiente no siempre se traduce en una responsabilidad penal, que, en cualquier caso, sería del armador, en ningún caso del capitán, del jefe de máquinas y, menos aún, del director general de la Marina Mercante española.

Dado que ninguna acusación se dirigió contra las empresas propietarias, fletadoras y clasificadoras del barco, la única objeción seria que se puede hacer a esta sentencia es que haya demorado más de once años. Sin embargo, no es por la injusticia que anida en toda justicia lenta por lo que la izquierda se rasga las vestiduras, sino por su empeño en seguir haciendo de aquel accidente una causa política contra el PP.

A pesar de una inmensa campaña de agitación y propaganda, que contaminó a la práctica totalidad de los medios de comunicación y que venía casi a presentar a Fraga como el responsable del hundimiento y a Aznar como el autor de la dispersión del chapapote, lo que ha quedado demostrado en estos años es el acierto de las autoridades españolas al ordenar el alejamiento del Prestige y al acordar la extracción del combustible mediante un sistema de lanzaderas que permitió recuperar más de 13.500 toneladas de petróleo del buque, hundido a casi 4.000 metros de profundidad; la celeridad con la que se concedieron las ayudas a los pescadores y marisqueros afectados; la buena coordinación y efectividad en las labores de limpieza y el logro de la entonces comisaria europea Loyola de Palacio de conseguir la prohibición en toda la UE de los petroleros monocasco.

Pocas veces un partido político ha merecido tanto el respaldo de los electores como el PP en las zonas afectadas por el hundimiento del Prestige. De hecho, frente al panorama desolador que denunciaba la izquierda y que nos presentaba al Finisterre gallego como barrido por un tsunami y a sus habitantes como condenados por décadas al hambre o la emigración, lo cierto es que, tal y como recuerda Jorge Alcalde en estas paginas, la costa gallega ya se había prácticamente recuperado, tanto desde el punto económico como desde el medioambiental, de todas sus secuelas muy pocos años después del siniestro.

El único chapapote que persiste es la falaz propaganda de una izquierda –ya sea nacionalista o no– dispuesta a todo con tal de desbancar a su adversario político.

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