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EDITORIAL

El PSE de Guipúzcoa, contra el Pacto Antiterrorista

Tras el respaldo que tanto el PSOE como el PP han brindado a la sentencia del Tribunal Supremo contra la candidatura de los batasunos de Herritarren Zerrenda, y menos de dos semanas después de que Zapatero y Rajoy “ratificarán” el Pacto por las libertades y contra el terrorismo, el máximo representante de los socialistas guipuzcoanos, Miguel Buen, se ha descolgado con unas declaraciones en las que se ha mostrado a favor de que el Tribunal Constitucional permita la candidatura de los proetarras, y en las que ha pedido “generosidad” para los terroristas si ETA deja de matar.
 
Además de alegar que los terroristas harían "más caso" a Batasuna o a su entorno que a cualquier otra formación política, si la formación abertzale exigiera a ETA su final, Buen ha asegurado que “la sociedad será generosa con ella teniendo muy en cuenta y muy presente siempre la opinión de las víctimas, y digo de las víctimas, no tanto de las direcciones de las asociaciones de víctimas, que se están replanteando, por cierto, también su papel, sino de las víctimas directamente".
 
No contento con meter una cuña en el frágil consenso recuperado entre el PSOE y el PP entorno al Pacto Antiterrorista; no contento con cuestionar la aplicación de la Ley de Partidos o el efecto disuasorio de la legislación antiterrorista que exige el cumplimiento integro de las penas, el secretario general del PSE-EE de Guipúzcoa ha encubierto con los ropajes de la generosidad lo que no es otra cosa que una oferta de impunidad ante crímenes ya perpetrados, con la errada esperanza de que esa es la vía para evitar que se cometan en el futuro.
 
Su condicionante “a tener en cuenta la opinión de las víctimas directamente” —no nos engañemos— no refleja una sincera voluntad de tenerlas presente sino, por el contrario, de neutralizar su capacidad organizativa y de ningunear a sus legítimos representantes para que no ejerzan como grupo de presión, con o sin tregua de ETA.
 
No seremos nosotros, sin embargo, los que, llegado el caso, haríamos objeciones a esa consulta individualizada a las víctimas de ETA, si de eso realmente se trata; pero entonces que este dirigente de los socialistas vascos —que bien podría engrosar las filas de los nacionalistas—, ni nadie nos hable de la “generosidad de la sociedad”, sino de esos miles de ciudadanos que han perdido un hermano, un marido, un hijo, y de su opinión respecto a esa futura e hipotética excarcelación de sus verdugos.
 
De poco le serviría a España conservar sus fronteras si es a costa de desatender las que la definen como un Estado de Derecho. Si siempre debímos tener presente que tampoco en el ámbito de la justicia se debían pagar a ETA “precios por la paz”, más aun ahora, ante los rumores de una hipotética nueva tregua. De producirse esa tregua sólo tendrá por objetivo derrumbar ese frágil consenso en la firmeza que ahora simboliza el Pacto por las Libertades. Los anuncios de tregua por parte de ETA sólo tienen ese objetivo. Para dejar de matar, no hace falta anunciarlo; simplemente basta con dejar de hacerlo.

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