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EDITORIAL

El PSOE abandonó Ermua

Qué lejos queda todo aquello de la agenda del Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero ha elegido exactamente el camino opuesto. La negociación, en lugar de la derrota. La demonización del PP frente al consenso.

El asesinato, especialmente cruel, de Miguel Ángel Blanco, destapó los sentimientos que la sociedad albergaba sobre la banda terrorista, y la virtud cívica de oponerse moralmente a los medios utilizados por ETA y a la ideología que le animaba, pasó de ser estrictamente personal a ser compartida como nunca antes con el resto de la sociedad. "Basta ya" fue la expresión que recogió eficazmente el hartazgo de los españoles frente a ETA y la decisión de dejar el sentimiento de impotencia ante los asesinos en casa. Muchos quisieron que no se pudiera confundir la inacción con la indiferencia. Fue entonces cuando comenzó la rebelión cívica contra la banda terrorista que, como llamada de atención al actual Gobierno, se ha reactivado en los últimos tres años.

Cuando está próximo el décimo aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, su hermana Mar está recordando el grito que dio España entonces, y que sigue estando vivo en el espíritu de la mayoría de los españoles: recuperemos el espíritu de Ermua. Un ánimo que buscaba un único objetivo posible, y que es irrenunciable para cualquier demócrata: la derrota final de ETA. Y que se fortalece con la unidad y el consenso y con la lucha personal contra el miedo e institucional contra la ideología que justificaba sus execrables atentados.

Qué lejos queda todo aquello de la agenda del Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero ha elegido exactamente el camino opuesto. La negociación, en lugar de la derrota. La demonización del PP frente al consenso. Y ha colocado a ETA como centro de la vida política nacional en lugar de aferrarse a su derrota como valor de consenso, despreciar sus objetivos políticos y tratarla como lo que es; pura y simplemente una organización criminal.

Por eso han saltado como un animal herido ante la digna campaña de Mar Blanco y del Foro de Ermua por recuperar los valores de entonces. La han interpretado como un ataque a la estrategia socialista y del Gobierno. Pero esa reacción no es más que el reconocimiento de una indignidad. En lugar de acoger como propio el mensaje del Foro de Ermua, le han hecho el favor a los populares de recordar que éstos siguen en los mismos valores, aunque sea acusando al movimiento cívico de ser un "brazo armado" del PP. No son ni el Foro ni los populares quienes han cambiado.

Pero sí lo han hecho los socialistas. Entonces se limitaron a seguir una reacción social que les superó, y en cuanto se han visto con fuerzas son ellos los que negocian con verdaderos brazos armados.

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