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EDITORIAL

El PSOE debe enmendar los graves errores del pasado

Los socialistas no deben mirar a su izquierda, sino repelerla con argumentos sólidos y convicciones firmes para frenar el auge de los radicales.

La profunda división interna que sufren los socialistas, la crisis de liderazgo y la sangría de votos registrada en los últimos años no son fruto de la casualidad ni de una aciaga coyuntura de carácter temporal, sino el resultado directo de una trágica concatenación de errores cometidos en los últimos años que casi se llevan por delante un partido con más de un siglo de historia.

El guerracivilismo y el creciente extremismo que implantó en su día José Luis Rodríguez Zapatero iniciaron una deriva suicida de cuyo rumbo todavía no ha empezado a recuperarse el PSOE. El estallido de la crisis y la nefasta gestión económica que protagonizó el exmandatario socialista otorgaron a Podemos una oportunidad histórica para reclamar la bandera de esa izquierda, la más radical, caduca y retrógrada, que durante tantos años ondeó como suya Ferraz. El odio obsesivo e irracional hacia el PP, el sentimiento revanchista mediante el constante recuerdo a los tiempos de la Guerra Civil y la dictadura, enterrando con ello el noble espíritu de la Transición, así como los numerosos ataques ideológicos vertidos contra el capitalismo y el libre mercado terminaron por radicalizar a toda una generación de jóvenes y militantes que ahora, como es lógico, le dan la espalda a los imitadores para abrazar con entusiasmo a Pablo Iglesias y sus acólitos comunistas.

Y lo peor de todo es que, en lugar de identificar de inmediato a su verdadero enemigo político, Pedro Sánchez, en su infinita cortedad de miras, optó por aproximarse a Podemos, hasta el punto de imitar buena parte de su discurso, en lugar de combatirlo de forma frontal y sin ambages. Ahí están hoy los resultados de tamaña equivocación: un partido descabezado, sin rumbo y a un paso de perder el liderazgo de la oposición. La mediocridad e incompetencia de la que han hecho gala sus cuadros durante años y la calamitosa deriva izquierdista por la que apostó el PSOE a nivel ideológico, sumadas a ese especie de filonacionalismo suicida, del todo punto incomprensible, son algunos de los factores que explican la desastrosa situación que sufre hoy el partido.

Sin embargo, no todo está perdido. La destitución de Sánchez y las nuevas directrices que ha impuesto Javier Fernández al frente de la gestora constituyen un punto de inflexión muy propicio para corregir buena parte de los errores pasados. Y un primer paso en la dirección correcta es la ponencia marco que ha presentado el PSOE este viernes en Ferraz de cara a su trascendental Congreso, ya que el documento en cuestión no hace una sola mención a la "izquierda", pero reivindica en varias ocasiones el término "socialdemocracia".

Aunque, por el momento, no deja de ser una mera declaración de intenciones a la espera de que se materialice en medidas y propuestas concretas, el hecho de que los socialistas -o al menos una parte de ellos- aspire a recuperar el espacio de centro izquierda que tan gustosamente cedieron a sus adversarios es una buena señal. Los socialistas no deben mirar a su izquierda, sino repelerla con argumentos sólidos y convicciones firmes para frenar el auge de los radicales que tanto ansían destruirles. El referente del PSOE es otro muy distinto: el que en su día renunció al marxismo en España y el que tantos éxitos electorales ha cosechado en numerosos países europeos blandiendo como bandera una socialdemocracia abierta, moderna, democrática, integradora, constructiva, moderada y racional. Solo así podrán los socialistas reconquistar al español medio. Cosa distinta es que sus militantes, mucho más ideologizados que sus votantes, se lo permitan.

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