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EDITORIAL

Elecciones a la sombra de Ben Laden

Frustrada la acción terrorista, lo único que le ha quedado al andrajoso líder de Al Qaeda ha sido amenazar por televisión

A cuatro días de los comicios, por sorpresa y a través de la cadena Al Yazira, Ben Laden ha hecho su aparición estrella en la campaña electoral. Nadie lo esperaba. Ni Bush, ni Kerry, ni los atónitos espectadores norteamericanos, ni la izquierda irredenta que ha hecho del terrorista saudí uno de sus iconos predilectos.
 
Que la emisora Al Yazira se preste a este tipo de operaciones propagandísticas del terrorismo islámico no sorprende a nadie. Desde el mismo día de la masacre de Nueva York, el canal informativo que tiene su sede en el emirato de Qatar no ha escatimado en medios para convertirse en portavoz oficioso de los yihadistas. Frescas están aún en la memoria de todos las emisiones desde Afganistán en las que, con el trasfondo de unas oportunas colas de vídeo, insertaban la voz inflamada y febril del que, desde ayer, se autoproclama responsable del mayor atentado terrorista de la historia.
 
Afganistán, a pesar de Al Yazira y de su corifeo mediático occidental, es hoy un país democrático que hace pocas semanas celebró elecciones en las que, por vez primera, las mujeres han participado. El éxito de la campaña afgana, liderada por Estados Unidos pero compuesta por una alianza internacional amplísima, está fuera de toda duda. Quizá Ben Laden no haya sido apresado por el contingente aliado, pero eso, obviamente, es accidental si lo comparamos con la labor que Occidente ha desarrollado y desarrolla en un país devastado por la guerra y el fanatismo. Osama Ben Laden puede dárselas en Al Yazira de lo que quiera, pero su antiguo refugio, el pequeño paraíso islámico que le daba cobijo, es hoy una nación libre que se recobra de una pesadilla y mira al futuro con optimismo.
 
La soflama que lanzó la noche del viernes por televisión no ha servido más que para reafirmarnos en lo que ya sabíamos, esto es, que fue el autor intelectual de la matanza de Manhattan y que es un asesino peligroso y pendenciero. Más de uno va a tener que repasar lo que ha venido escribiendo a lo largo de los últimos tres años. Desde los que han asegurado que los atentados de Washington y Nueva York eran una trama organizada desde la CIA hasta los que, como el cineasta Michael Moore, han puesto en imágenes una abstrusa teoría basada en la convicción de que un “anciano enfermo desde una cueva” no podía ser el responsable de semejante destrucción. La realidad, una vez más, propina una sonora bofetada a los conspiranoicos, que son legión y que hablan mucho, demasiado como para que ahora no se les exijan responsabilidades.
 
La comparecencia informal del terrorista en los últimos días de campaña da sin embargo que pensar acerca de la situación real de la red Al Qaeda. La experiencia española, con su campaña rota y su cambio de Gobierno repentino, ha llevado a los cerebros de la banda islámica a interferir en las elecciones norteamericanas. De natural lo suyo es que se hubiesen manifestado a su manera, es decir, sembrando de terror y muerte alguna ciudad, pero las medidas de seguridad y unos servicios de Inteligencia que se esperan lo peor se lo han puesto francamente difícil. Junto a esto, la labor continua de hostigamiento a los terroristas allá donde se encuentren ha dejado la antaño activa estructura de Al Qaeda en el esqueleto. En esto Bush no se ha equivocado. El único medio de acabar con el terrorismo es no concederle tregua.
 
Frustrada la acción terrorista, lo único que le ha quedado al andrajoso líder de Al Qaeda ha sido amenazar por televisión. A su estilo naturalmente. En la alocución televisiva advertía a los estadounidenses que el dramático episodio neoyorquino puede volver a repetirse porque, a su juicio, siguen existiendo razones para ello. Gane quien gane el próximo martes deberá fijar como prioridad ineludible la seguridad nacional y la persecución y aniquilamiento de todos los terroristas cuya agenda única es la destrucción de los Estados Unidos y, por extensión, de Occidente. Bush ha tomado buena nota de ello...hace tres años. Kerry sin embargo, fiel a esa tradición progre que sigue desde sushazañas bélicasen Vietnam, no ha tardado ni doce horas en hacer electoralismo con el vídeo de marras al acusar a su oponente de permitir que Ben Laden siga libre. El jefe de Al Qaeda es importante, su detención sería simbólica y altamente beneficiosa, pero lo es más la lucha contra lo que el saudí representa. En esto el candidato republicano se ha demostrado efectivo y con una determinación de hierro. El demócrata lo tiene aun que demostrar.

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