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EDITORIAL

En el Congreso del PP "se hará lo que diga Rajoy"

Parece que lo único que suscita algo de debate interno en este PP que ya no es el de José María Aznar es el reparto del poder.

A medida que se va acercando el Congreso Nacional del PP –días 10, 11 y 12 de febrero–, más inverosímiles resultan aquellas palabras del vicesecretario de Organización de los populares, Fernando Martínez-Maíllo, con las que aseguró que no iba a ser un cónclave "de trámite", sino que iba a servir para que el partido presentara su propuesta política "actualizada" pero en concordancia con sus "señas de identidad". Y es que basta echar un vistazo a las declaraciones y especulaciones se están haciendo off the record para constatar que lo único que les preocupa o lo único que suscita algo de debate es el reparto del poder, la duración de los mandatos o la limitación del número de cargos que puede desempeñar un militante.

No cabe duda de que, respecto al equilibrio entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal y, en general, a todo lo concerniente al reparto de poder, "se hará lo que diga Rajoy", tal y como reconoce un alto cargo del partido, con independencia de lo que digan los estatutos. Rajoy, sí, puede afrontar este nuevo congreso a la búlgara con absoluta tranquilidad, sabiendo, tal y como apuntan desde Génova, que "el problema lo tienen otros": no hay más que mirar las encuestas y los líos internos del PSOE y de Podemos para saber que Rajoy puede afrontarlo con total tranquilidad, sin que nadie le discuta el liderazgo.

Ahora bien, una cosa es que el partido de Rajoy pueda estar tranquilamente en el Gobierno y otra muy distinta que pueda gobernar. Al margen de que Rajoy no tenga problema alguno, España sufre algunos tan graves como la rebelión secesionista de la Generalidad catalana o unos niveles de paro y endeudamiento público de los más altos de Europa. Y estos son problemas de España que a Rajoy, como presidente del Gobierno, le deberían afectar, y que deberían suscitar en el Congreso del PP un debate de ideas que fuera algo más allá de la cuestión de la duración de los mandatos, el número de cargos que puede tener un político o cuál va a ser la cuota de poder de Sáenz de Santamaría y cuál la de Cospedal.

Para afrontar los graves problemas que aquejan a España, que no se van a resolver por el mero hecho de que les vaya mal a los partidos de la oposición, nada mejor que que el congreso de marras generara un debate de ideas que le sirviera al PP para recuperar sus muy traicionadas señas de identidad. Está visto, sin embargo, que pedir esto al PP de Rajoy es como pedir peras al olmo y no entender por qué millones de personas le han dejado de votar, o por qué FAES, otrora laboratorio de ideas del partido, ha roto con éste, como de forma simbólica o manifiesta lo han hecho gentes como Jaime Mayor Oreja, José Antonio Ortega Lara, María San Gil o Cayetana Álvarez de Toledo; o como el propio José María Aznar.

Sencillamente, las señas de identidad del PP de Rajoy no son otras que el poder. Y mientras no lo pierda, no tendrá otras.

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