Rita Maestre es, probablemente sin pretenderlo, una de las mejores referencias para entender la verdadera naturaleza de Podemos.
No es que la portavoz del Ayuntamiento de Madrid sea capaz de hacer tantas citas aparentemente cultas como las que incrustan Monedero, Iglesias y Errejón en sus discursos. Tampoco es que se distinga por su facilidad de palabra, ni por una comprensión clara de los asuntos que en su responsabilidad municipal debe abordar. Sin embargo, y quizá precisamente por eso, a la condenada Maestre se le acaba entendiendo todo, y con ello se entiende también lo que es Podemos: un grupo de oportunistas dispuestos a cualquier cosa con tal de llegar al poder que no tienen ningún empacho en mentir ni en decir "digo" donde ayer decían "Diego".
Así, los que han medrado a golpe de acoso callejero –o universitario– ahora distinguen entre escraches buenos y escraches malos, con una bazofiesca teoría sobre el "momento social" en el que se acosa, se insulta y se violenta. Teoría que puede resumirse de la siguiente manera: cuando la ejercen ellos, la violencia es buena; cuando –mucho menos frecuentemente– les pagan con la misma moneda, entonces es pésima.
La hipocresía que impregna toda comparecencia pública de la condenada Maestre es indignante y preocupante; pero más lo es el hecho de que su partido, que justifica y alienta la violencia política, tenga 69 diputados en el Congreso y el PSOE esté viendo cómo coaligarse con ellos para llegar al Gobierno.
Igual de grave y vergonzosa es la podemización de buena y muy influyente parte de los medios de comunicación, que también andan volcados en hacer creer a la opinión pública que hay escarches buenos y escraches malos, según quiénes los perpetren, por no hablar del infame doble rasero que muestran a la hora de fiscalizar la financiación de unos partidos y otros, para mayor gloria de los esbirros de los ayatolás y los liberticidas bolivarianos.