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EDITORIAL

Estella se manifiesta hoy en Barcelona

"En defensa de la democracia, el autogobierno de Cataluña y en solidaridad con todos los ciudadanos del Estado. ETA no, ni aquí ni en ningún sitio". La manifestación que, con un lema tan largo y manipulador como este, se celebra hoy en Barcelona convocada por la Generalitat no es en realidad una manifestación contra ETA sino, más bien, un acto de enorme hipocresía política. Porque hipócrita y manipuladora es una manifestación que para no serlo debería dirigirse, en buena parte, contra quien la ha convocado. ETA ha iniciado una tregua exclusivamente para Cataluña para favorecer los objetivos independentistas de uno de los convocantes y socio de gobierno de Maragall. El atentar en el resto de España, pero no en Cataluña, es ahora el objetivo de ETA, pero mucho antes de serlo fue una petición de Carod Rovira y de la formación que lidera.
 
El valor moral y político contra ETA de esta manifestación, tanto por el lema por quienes la convocan, tiene el mismo que las celebradas por los firmantes del Pacto de Estella. Ninguno. La diferencia está en que ahora el PSOE acude a ella, abandonado al PP y a todas las asociaciones de víctimas del terrorismo; todo, para maquillar a unos convocantes que han exigido -y seguirán exigiendo- un precio político por su “ETA no”. ¿O es que acaso Carod Rovira ya no entiende -como decía entenderlo en el Avui - “que debe forzarse una negociación política y que es insostenible la angustia de medio millar de presos?”. ¿O es que acaso los socios de los socialistas ya no “Sufrimos con el pueblo vasco el drama de un pueblo condenado al aniquilamiento de su condición nacional. Sufrimos junto a él el sombrío horizonte de una lengua minorizada, de una cultura asfixiada, de una nación troceada. Conocemos su dolor, porque también es el nuestro?. ¿Acaso los convocantes de la manifestación de hoy no vinculan su “ETA no” a una exigencia de “autogobierno”, exigencia de algo que ya se tiene, salvo que se trate de la secesión?
 
El PSOE, por no exigir precio político alguno a Maragall por sus alianzas, está dispuesto a manifestarse ahora con quienes quieren que los españoles – “los ciudadanos del Estado”— se lo paguemos -a los independentistas y a ETA- por el fin de los atentados. La peligrosísima debilidad moral y política de Zapatero le llevó a tolerar que el PSC tuviera de socio de gobierno en Cataluña a los independentistas; la misma que le ha llevado a aspirar a tenerlos en Madrid; la misma que le fuerza a manifestarse ahora con Carod Rovira, pese haber sido este justa y recientemente, tanto reconocido por ETA en su último comunicado, como declarado “Persona non grata” por las Asociación de Víctimas del terrorismo.
 
Los socios independentistas de Maragall y Zapatero, no nos engañemos, pedirán hoy a ETA, lo mismo de siempre: “A ver si de una puñetera vez, al margen de la dialéctica, por cierto tan española, de los puños y las pistolas, sois capaces de entenderlo: los vascos no sois españoles. De acuerdo. Pero los catalanes, tampoco. Y con acciones como ésta –matanza de Vic- no hacéis más que españolizar Catalunya. Convertís los Països Catalans en tierra enemiga y a sus habitantes, en gente hostil. Y no lo somos. Deberíais saberlo”.
 
ETA, anunciando su tregua catalana, ha dado muestras de “haber entendido y haber sabido”. En realidad lo hemos entendido todos, aunque algunos disimulen hipócritamente hoy por las calles de Barcelona.

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