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EDITORIAL

ETA en las elecciones, gracias al TC y al Gobierno

El TC ha seguido a rajatabla las indicaciones del Gobierno y específicamente de Rubalcaba, autor intelectual de una comedia cuya primera representación en el Tribunal Supremo no fue más que un espejismo de legalidad y dignidad.

La última franquicia electoral de ETA estará en las elecciones municipales. El Tribunal Constitucional, la instancia judicial más politizada en España, ha decidido que Bildu concurra a las elecciones, pese a las evidencias presentadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado de su relación inequívoca con la banda terrorista. De hecho, Bildu es una marioneta diseñada por los terroristas, programada y activada por los pistoleros para allanar su camino hacia la impunidad y disfrutar, de paso, de una fuente de ingresos públicos con los que seguir alimentando su maquinaria criminal. Por encima de las supuestas razones legales en las que los magistrados del TC pretendan basar su decisión, a nadie le cabe en España la más mínima duda sobre la génesis, sustancia y función de unas listas formadas por ETA/Batasuna y cuya repulsa a la violencia no es ni siquiera teórica, sino una pura pantomima ordenada y "bendecida" por los propios pistoleros.

El TC ha seguido a rajatabla las indicaciones del Gobierno y específicamente de Rubalcaba, autor intelectual de una comedia cuya primera representación en el Tribunal Supremo no fue más que un espejismo de legalidad y dignidad. Las listas etarras han colado como pretendían Zapatero y Rubalcaba, en un trágala que el PNV desveló al afirmar que el Gobierno se había comprometido a ello y que estaba en juego su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado. Así, Zapatero dispondrá de un balón de oxígeno para completar la legislatura. A cambio, ETA irrumpirá de nuevo en los municipios para escarnio de las víctimas del terrorismo, de los verdaderos demócratas y de los policías y jueces, que alguno hay, que luchan contra ETA pese a las cada vez más recurrentes pegas y obstáculos de la política.

La campaña de las autonómicas y municipales comienza, por tanto, con la inclusión de quienes han hecho del asesinato, el secuestro, la extorsión y la amenaza su único programa. Que en semejantes condiciones el Gobierno se escude en la independencia judicial es de una bajeza moral difícilmente comparable. Así, los comicios, al menos en el País Vasco, son un remedo, una parodia, un insulto para los demócratas y la última ofensa para las víctimas de ETA y sus familiares. Con esa decisión, el TC ratifica y da luz verde a la "democracia" nacionalista, un sucedáneo en el que se equipara a quienes han dado su vida con los que se le han quitado, a quienes han defendido la democracia con aquellos que han jaleado los tiros y las bombas. Pero las responsabilidades no se pueden limitar sólo al TC. El Gobierno del PSOE es el principal culpable de que se repita la historia, el principal culpable de que ETA reciba un espaldarazo y pueda mantener sus conexiones institucionales otros cuatro años; es decir, cuatro años más perdidos en la lucha contra el terrorismo.

Sería de esperar que la reacción del PP estuviera a la altura de la gravedad de la situación en el País Vasco y dejara de apoyar por vagas razones prácticas el plan del PSOE y de ETA, ese en el que no hay ni vencedores ni vencidos y en el que la historia sólo la escriben quienes han empuñado las armas. Los demócratas vuelven a estar donde casi siempre en el País Vasco, en esa zona de la existencia donde una palabra de más contra el credo nacionalista puede significar el tiro en la nuca.

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