En un comunicado en el que los terroristas dejan en evidencia la realidad y la fragilidad de su chantajista pacto con el Gobierno del 14-M, una envalentonada ETA acaba de recordar los "compromisos de alto el fuego" por parte del Ejecutivo de Zapatero, y le exige que "pase de las palabras a los hechos, dando los pasos necesarios para garantizar que ninguna legislación, ordenamiento jurídico ni Constitución sea obstáculo en el desarrollo de la decisión que mayoritariamente adopte el Pueblo Vasco".
ETA deja así de nuevo en evidencia que su objetivo de "alto el fuego" no es otro que la consecución de aquellos delirantes fines nacionalsocialistas por los que ha asesinado a casi un millar de españoles: "Que no le quepa ninguna duda a nadie que de continuar la actual situación de opresión y conculcación de derechos, nuevas generaciones se sumarán a la lucha respondiendo con fuerza a quienes por la fuerza mantengan esta situación de injusticia".
Ni que decir tiene que la "opresión" y la "fuerza" que ETA está dispuesta a repeler por la fuerza no son otras que la legalidad democrática y la soberanía del pueblo español. A este respecto, la típica insaciabilidad de los terroristas apenas es sensible a los intentos de neutralización del Estado de Derecho por parte del Gobierno y su fiscalía, o su visto bueno al "diálogo" con la ilegalizada Batasuna, o su frustrado encubrimiento de la extorsión que sufren los empresarios en toda la llamada fase de "verificación" de este "alto el fuego" que es, en sí mismo, todo un monumental chantaje a los españoles que el PSOE quiere encubrir como electoralista "paz".
Tras tantos requerimientos gubernamentales a los jueces para que den prioridad al llamado –peor que nunca– "proceso de paz", en detrimento de la legalidad vigente, la desencajada y airada expresión de Rubalcaba y Otegi tras la intervención de los jueces Marlaska y Le Vert era perfectamente comprensible. Esta intervención judicial dejaba en evidencia una extorsión que ya había sido denunciada por sus víctimas, justificada por ETA en Gara y publicada en El Mundo, mientras el Gobierno de ZP no quería reconocer públicamente su existencia para poder seguir sosteniendo la farsa del "proceso de paz".
Ahora Rubalcaba ha corrido a poner sordina al voraz y desafiante comunicado de ETA, mientras se ha curado en salud diciendo que los terroristas deben perder "toda esperanza de lograr sus fines políticos". ¿Y quién les ha dado más esperanza a los terroristas que un presidente del Gobierno que les prometió que, con la tregua, "todo tendría cabida, tenga el alcance que tenga"? ¿Quién le ha dado más esperanzas que un presidente del Gobierno que ya ha dado su "visto bueno" a un diálogo político con un partido formalmente ilegalizado en España que está integrado en la Lista de Organizaciones Terroristas de la Unión Europea? ¿Quién le crea más esperanzas a ETA que Zapatero, al dar por descontado que los magistrados del Tribunal Constitucional admitirán como constitucional un estatuto soberanista que, si bien no sacia a los separatistas, es claramente inconstitucional?
Si de verdad el Gobierno del 14-M quiere acabar con toda esperanza de ETA, que se comprometa públicamente a no pactar con ninguna formación separatista firmante del Pacto de Estella la modificación del Estatuto de Guernica, tal y como exige la más elemental fidelidad al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Lo demás es manipulación que sólo sirve para generar cada vez más esperanzas en ETA, con el incipiente temor gubernamental de que nos estallen antes de las próximas elecciones.