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EDITORIAL

Evitar la división del regeneracionismo

¿Tan decisivas son las diferencias ideológicas que separan a Girauta (Ciudadanos) de Vidal-Quadras (Vox) como para no poder votar a ambos?

A la vista del último barómetro del CIS, el descontento ciudadano con los dos grandes partidos, supuestamente nacionales, no hace más que reforzarse. Así, el PP obtendría un 32,1% de los votos si hoy se celebraran elecciones generales, doce puntos menos que en los comicios de 2011 y dos puntos menos que en el sondeo de octubre, mientras que el PSOE sigue sin remontar, con un 26,6%, dos décimas menos que en octubre.

El PSOE reduce su distancia con el PP en dos puntos, aunque no por un aumento del apoyo ciudadano sino por la caída de los populares, que han obtenido, al igual que los socialistas, sus peores resultados desde las pasadas elecciones generales.

En voto directo, sin la estimación que realiza el CIS, la situación es aun peor para los dos grandes partidos: el PSOE, con un 11,8%, ganaría al PP por un punto. Entre ambos suman un escuálido 22,6%, lo que supone su mínimo histórico. Es significativa la subida de UPyD, que consigue su mejor estimación desde los comicios generales, en los que obtuvo el 4,69% del voto, prácticamente la mitad de lo que hoy le otorga el CIS.

La situación, pues, no puede ser más propicia para todos aquellos ciudadanos que desean una alternativa regeneracionista a la decadente partitocracia de PP y PSOE. El riesgo, sin embargo, está en que la fuerza del descontento se pierda no por falta sino por exceso de canalizaciones. Y es que después de que se realizara este sondeo, entre el 3 y el 15 de enero, tanto Ciudadanos como Vox han confirmado que concurrirán a los comicios europeos.

No faltarán quienes aleguen que UPyD, Ciudadanos y Vox pertenecen a ámbitos ideológicos diferentes. Sin embargo, estas legítimas diferencias, que pueden ser importantes en una situación normal, son irrelevantes ante lo mucho y decisivo que tienen en común frente a la dramática situación de la Nación.

Piénsese además en el enorme coste electoral que la Ley D'Hondt impone a los partidos que, estando llamados a entenderse, se presentan en candidaturas separadas. Aunque este coste sea menor en elecciones de circunscripción única –como es el caso de las europeas–, ¿tan diferentes son Javier Nart (Ciudadanos) y Sosa Wagner (UPyD)? ¿Tanto diverge lo que promueve Maite Pagazartundua (UPyD) de lo que propone Santiago Abascal (Vox)? ¿Tan decisivas nos parecen las diferencias ideológicas que separan a Juan Carlos Girauta (Ciudadanos) y a Alejo Vidal-Quadras (Vox)?

Tal vez sea pronto para plantear una coalición electoral, habida cuenta de que Vox, a diferencia de UPyD o Ciudadanos, aún no cosechado representación alguna. Pero no tiene sentido predicar, tal y como hacen las tres formaciones, que los principales problemas que padece España son transversales, así como sus soluciones, pero luego negarse a conformar una coalición transversal que evite que se pierda un solo voto en beneficio de los dos grandes partidos, responsables de buena parte de los males que aquejan a la Nación.

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