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EDITORIAL

Quedan etarras por detener

Bien está que el Gobierno del PP no haya querido sentarse a negociar con Ternera; pero mientras no lo detenga faltará a su deber para con sus víctimas.

ETA acaba de emitir un comunicado en el que advierte de las "consecuencias negativas" que tendría "deshacer el espacio de diálogo y negociación", en referencia a la negativa del Gobierno a acudir a Oslo a con dirigentes de la banda terrorista como Josu Ternera, David Pla e Iratxe Sorzabal, que habrían estado largo tiempo esperando en la capital noruega.

A la vista de cómo los máximos representantes de la clase política española han venido ocultando, maquillando y hasta celebrando como "una buena noticia" los nauseabundos y chantajistas comunicados de tregua de los terroristas, puede que alguien todavía se sorprenda por las amenazas escasamente veladas que los criminales profieren en este nuevo comunicado.

En cambio, a los que tengan presente que los etarras siempre condicionaron su "cese definitivo de la violencia" a la obtención de una "solución" para sus presos y sus aspiraciones políticas mediante un proceso de negociación con los Ejecutivo español y francés, no les sorprenderá en absoluto que sigan situando su sanguinario historial en el marco de un "conflicto político", y que sigan considerando que "el cierre del espacio de negociación atrasa y dificulta la resolución" del mismo. Tampoco les sorprenderá que los etarras recuerden que "el desarme no está incluido" en su agenda con los verificadores internacionales, ni que hayan publicado este comunicado cuando está pendiente que el Tribunal de Estrasburgo se pronuncie sobre la Doctrina Parot, que afecta a 60 de sus presos; ni que su legalizado brazo político haya hecho una campaña intensa en Europa sobre los peligros para el "proceso de paz" de la ratificación de la misma; ni que un grupo internacional impulsado por el abogado de parte Brian Currin haya firmado un documento en favor de una "solución para los presos".

Todo lo anterior forma parte de la lógica de las chantajistas treguas terroristas: aunque ETA tenga razones para celebrar públicamente el haber "ganado la batalla de la ilegalización", y aunque se haya anotado tantos como las excarcelaciones de De Juana Chaos y Bolinaga, su insaciabilidad totalitaria le lleva a exigir mucho más.

Este último comunicado debería servir de recordatorio de cosas que no se deberían olvidar jamás: que quedan terroristas por detener, y mientras sigan libres las autoridades faltarán a su deber para con la memoria, la dignidad y la justicia que merecen sus víctimas; que los terroristas conservan terminales políticas en las instituciones, y no porque no haya una ley de partidos que se lo impida, sino porque la vigente no se aplica; que la obligación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no es esperar a la voluntaria disolución de ETA, ni convertirse en receptores de hipotéticas y voluntarias entregas de armas, sino combatir infatigablemente a los terroristas.

A este último respecto cabe destacar muy especialmente el caso de Josu Ternera: ni el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ni el secretario de Estado, Francisco Martínez Vázquez, quisieron durante todo este tiempo pronunciarse sobre la presencia en Oslo de este histórico y sanguinario dirigente etarra, contra el que pesa desde 2002 una orden de búsqueda y captura dictada por el Supremo por su participación en la matanza de la casa cuartel de Zaragoza. No es suficiente que se nos diga que "Europol ayudará a España en todo lo que pueda si ETA anunciase la ruptura de la tregua". Ni el Estado de Derecho, ni Europol ni la colaboración internacional contra el terrorismo deben estar nunca en tregua. En este sentido, bien está que el Gobierno del PP no haya querido, tal y como hizo el de Zapatero, sentarse a negociar con este terrorista, pero mientras no lo detenga, como al resto de sus compinches, seguirá faltando a su deber para con las víctimas.

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